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Primero de caza

22/11/2020
 Actualizado a 22/11/2020
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El Mundo ha publicado recientemente un suculento reportaje sobre la caza desde el punto de vista de la propiedad de los terrenos cinegéticos. Para los que no tengan suscripción (ni licencia, ni coto) pero les interese el tema, aquí va este festivo sucedáneo desde el punto de vista de un poco de todo, gracias al relato de una amiga que le pega al jabalí.

En Oseja, Maraña o Torrebarrio funciona así: los postores controlan la extensión de ‘la mancha’ y colocan a los cazadores en los puestos de batida. Tras esto, el jefe de cuadrilla autoriza por emisora a que los cazadores se muevan, pero poco. Se colocan las lineas de tiro bordeando la mancha y se sueltan los perros en dos o tres sitios buscando los encames (desconozco si vestidos de Reig Martí) donde retozan los jabalíes. En cuanto los encuentran los ‘levantan’ y comienza la persecución, hasta que les ‘cortan el rastro’, lo cual puede llevar horas porque listos los cerdos salvajes cada vez son más. Mi amiga se sirve de unos muy apreciados azules de Gascuña, perrines que según qué perfil te den, pueden parecer unos santos o unas quimeras sanguinarias dispuestas a arrancar un corazón a dentelladas. Son de esos perros que si los dejas puede que sigan detrás de las piezas hasta desfondarse, cosa que se puede evitar con Fanta y chocolate para la reposición de azúcares y con monitorización gps para calcular la kilometrada.

Mi compi ha pillado cacho recientemente. Tuvo la suerte hace quince días de cazar uno bien curioso de unos cien kilos. No era de medalla (los grandes, cuya piel puede pesar veinticinco kilos, empiezan en la centena) pero a ella le supo tan de rechupete que acabó la jornada posando abrazada amorosamente a la cabeza del bicho con la Pulchra bien iluminada justo detrás y la boca bien abierta con pedrolo o cartucho, nunca dejado esto al azar. De los colmillos me ha dicho que va a hacer unas réplicas en silicona para ponerlos en una metopa en plan trofeo y con los originales unas alhajas para sus hermanas. Del resto lo aprovechará todo, aunque la piel no le acaba de convencer para la estola que tiene en mente. Zorro, tejón o comadreja sí servirían, pero le espera la imposición del título de Gran Jefa India como utilice la última.

Con la caza es fácil quedarse en los lugares comunes y la superficie. Para evitarlo, lo de siempre: lean, pregunten, o practiquen. Que la muerte es parte de la vida y la sangre es parte de la muerte, dice Frank de la Jungla.
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