01/05/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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Ya nos fustigaremos otro día. Es verdad que el golazo de Munir en el Mini Estadi provocó que muchos bercianos tacharan la Costa Brava de la lista de posibles destinos para sus vacaciones y enterrara cualquier opción de llegar con cierto margen al choque frente al Zaragoza, pero como diría el antiguo capo de La Masía, «al loro, que no estamos tan mal».

Reconozco que en muchas ocasiones, los que dedicamos nuestra vida a escribir líneas somos, como mínimo, cómplices de que el pesimismo o la euforia se desate en el entorno: que si equipo aspirina, que si el equipo no termina de carburar fuera de casa... así que por todas esas veces que consciente o inconscientemente haya contribuido fomentar, aunque sea un ápice, la desilusión de un aficionado, voy a sacar los pompones del fondo del armario y recordar que el del domingo puede ser un partido que marque una época.

Porque si ya es todo un éxito afrontar los siete últimos partidos de Liga con opciones de entrar en el ‘playoff’, jugarse las castañas con uno de los pocos clubes españoles que puede presumir de tener un título europeo en sus vitrinas, es una oportunidad que puede no repetirse.

No es un tópico. A la Deportiva le quedan siete finales y como habría dicho don Luis, «las finales no se juegan, se ganan». Se perdió la de Lugo hace dos años, pero el destino le ha dado a los blanquiazules la oportunidad de resarcirse.

Desde luego hay motivos para ser optimista. Ya cayeron Betis, Valladolid y Girona, mientras que Las Palmas sufrió lo indecible para arrancar un punto. Noventa minutos en El Toralín son ‘molto longos’ y los maños ya salieron escaldados el año pasado. Comienza lo bueno. Toca sentarse y disfrutar.
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