Prima de ejemplaridad

A los políticos les pondría una prima de ejemplaridad como última intentona de que fueran ejemplares. Puede que así, por la vía del capitalismo agresivo, elevaran el debate público en vez de embarrarlo, tomaran decisiones por el bien común y no por interés electoral y se dedicaran a gestionar nuestros asuntos en lugar de los suyos. Quizá evitaríamos las estampidas de diputados en los puentes, los plenos vacíos cuando no hay que aplaudir al presidente, las mentiras y las ETT para asesores.

El Congreso aprobó hace días un aumento del 3,5 por ciento del sueldo de diputados y senadores con el apoyo de PSOE y Podemos porque por mucha izquierda que se sea es mejor que los sacrificios en esta crisis inflacionista también los hagan otros. Se defendía la ministra de Hacienda diciendo que PP, Ciudadanos y Vox habían votado en contra porque prefieren que solo puedan dedicarse a la política los ricos. Aquí en Castilla y León el primer consenso de la legislatura (y casi el único) en la Mesa de las Cortes, allá por marzo, fue una subida salarial para sus miembros y portavoces de un 4,2 por ciento.

Coincido con Montero. España paga mal a sus políticos y somos unos ingenuos si pretendemos que nos gobiernen los mejores con salarios que doblan los directivos de las empresas. La política pasó de vocación a opción profesional con salidas y a los gobiernos y parlamentos se llega con paciencia tras medrar en la FP de los partidos que suele incluir prácticas en cargo público. En nuestro sistema viciado cada nombramiento paga una deuda de lealtad que lo compromete con sus mentores en vez de con los electores. Por eso a la ejemplaridad, a estas alturas, ya solo se llegaría con incentivos. No se preocupe la ministra y proponga esa prima. Aun así no tendría que disputarse el escaño y la paga con los odiosos ricos. A los ricos de verdad lo que les interesa es el poder y para ejercerlo no hace falta ser político. Basta con dedicarse a gestionar sus deudas.