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Previo al jaque mate

18/06/2018
 Actualizado a 13/09/2019
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El martes hubo otro sarao sobre despoblación, esta vez en Astorga. Autovía a Madrid, autopista a León, ciudad bimilenaria, Camino de Santiago, Vía de la Plata, catedral, Palacio Episcopal, acuartelamiento militar, centro de salud, museos, club de fútbol… Eligen una cabecera de comarca porque el discurso ahora pasa por potenciarlas para salvar a los pueblos. Algo como reproducir el modelo radial de nodos del Estado a nivel provincial. La jerarquía centralizadora Madrid-Valladolid-León al nivel, por ejemplo, León-Boñar-Barrillos de Curueño. Es decir, se espera que la organización territorial que en buena medida ha desequilibrado España pueda reequilibrar en algún grado el medio rural. Pero, claro, como apunta la subdelegada del Gobierno saliente, Teresa Mata, «tenemos muchos efectivos de Guardia Civil en la provincia, 1.300, y no nos llegan; nos gustaría tener más porque cada uno de los puestos tiene una demarcación extensísima y eso es mucho más difícil de gobernar y gestionar que cuando la gente se concentra en grandes núcleos». En ese planteamiento económico vi reflejadas las palabras de María del Mar Martín, de la Coordinadora para el Desarrollo Integral del Nordeste de Segovia (Codinse), que recoge Paco Cerdá en ‘Los últimos. Voces de la Laponia Española’ (ed. Pepitas de Calabaza) que aseguran que «aquí solo se piensa en comprar y vender. Entonces si la gente está concentrada, todo el negocio está reunido. Eso por un lado. Por el otro, conviene que en otros sitios no haya nadie para poder especular con los recursos básicos de la vida: la tierra, el agua, la alimentación». Esta situación viene favorecida por este movimiento de segundo grado de despoblación, de los municipios más pequeños y pedanías a las cabeceras de comarcas. Un movimiento que parece muy estudiado y al que en muchas localidades ya solo seguirá el jaque mate.
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