Presente y futuro

España ha aprovechado los últimos años para cercenar los ya de por sí escasos recursos destinados a promover los proyectos de I+D+i, siendo en la actualidad un claro ejemplo de lo que no se debe hacer ni siquiera cuando los recursos económicos menguan. Estamos a la cola de todos esos países con los que gustan algunos de compararnos para decir a renglón seguido, que nuestra economía crece a un ritmo más fuerte. Cuando nos comparamos con los países más prósperos de Europa en investigación quedamos claramente relegados a los últimos puestos, pero es aún más vergonzante que no abandonamos ese lugar si la comparativa la hacemos con países que tienen desarrollos económicos mucho menos boyantes pero que se sitúan por delante del nuestro en lo que a ayuda al desarrollo científico se refiere. Estamos peor situados que países que han tenido que ser rescatados económicamente por Europa. El C.S.I.C. y las universidades públicas, que es donde se concentra la práctica totalidad de los investigadores españoles, cuentan con unas plantillas que sobrepasan con mucho los 50 años de edad. Recuperar las ratios de juventud exigibles en países desarrollados es hoy en día ya prácticamente imposible. Quienes nos dirigen han hecho todos los esfuerzos posibles para expulsar del país a muchos de los científicos con mejor y más prometedor futuro, que a buen seguro rendirán múltiples beneficios económicos y sociales a aquellos países de acogida donde han encontrado acomodo. Mientras tanto, quienes nos gobiernan aquí, siguen preocupados por lo anecdótico, por lo verdaderamente irrelevante. Pareciera que lo importante es aquello que suscita horas y horas de información, tantas veces claramente manipulada, y de debates entre quienes nada nuevo tienen que decirnos. Siguen apostando por convertirnos en un país de servicios y servidores de las pudientes clases jubiladas europeas, y de ese modo están enterrando el futuro de nuestros jóvenes. Ellos machacan nuestro futuro, destruyamos nosotros su presente.