23/05/2017
 Actualizado a 15/09/2019
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Independientemente de que uno esté o no de acuerdo con el Partido Socialista, antes más conocido como PSOE, es preciso admitir que ha desempeñado un papel muy significativo en la reciente historia de España, positivo en unos casos y negativo en otros. También es preciso distinguir entre ideas y personas. En cuanto a las ideas es normal que muchos no estemos de acuerdo con algunas. En cuanto a las personas, pues hay de todo, como en los demás partidos. Así por, ejemplo, hay alcaldes socialistas a los que merece la pena votar más que a otros de otras formaciones políticas, porque son personas honradas y serviciales.

No es, pues, indiferente la situación de división que está viviendo ahora el principal partido de la oposición, ni es indiferente que salga uno u otro candidato a la Secretaría General. Y, puestos a escoger, lo normal es que todos deseemos que salga el menos malo.

Las líneas que preceden han sido escritas antes de saber el resultado de las primarias. Ahora ya lo sabemos, con la rotunda victoria de Sánchez. Aunque se trate de una cuestión interna del PSOE y, respetando la libertad que tienen de elegir a quien deseen, es legítimo que muchos españoles puedan sentirse preocupados. No faltarán quienes estén más entretenidos en comentar el resultado final del Campeonato de la Liga, pero es mucho más importante el futuro político, porque de él depende el bienestar en paz y justicia de los españoles. Y, sin querer ser profeta de calamidades, hemos de confesar que no vemos nada claro el panorama.

Antes de que existiera Podemos éramos conscientes de que la sociedad tenía motivos para manifestar su desacuerdo con sus dirigentes, que con frecuencia parecen más preocupados por sus propios intereses que por el bien común, si bien ello no significa que se pueda confiar en soluciones populistas y demagógicas. En todo caso parece claro que algo o mucho tiene que cambiar en la forma de gobernar para acabar con el desencanto de muchos españoles. Otra cosa es quién pueda liderar este cambio.

Ahora bien, lo más preocupante es precisamente la llamada podemización y radicalización de la izquierda, ya sea uniéndose a los podemitas o tratando de superarlos. Cuando Pablo Iglesias hace unos días hizo un desprecio al Parlamento en favor de la sociedad civil nos hacía pensar en Venezuela, donde el Parlamento ha sido totalmente despreciado y marginado, Esto es sencillamente la muerte de la democracia. De ahí que se entiende nuestra preocupación.
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