10/04/2020
 Actualizado a 10/04/2020
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A punto de cumplir la cuarta semana de confinamiento tras el decreto por parte del Gobierno del estado de alarma, parece que la famosa curva de contagios se va por fin aplanando, pero a un ritmo tan lento que nos puede hacer pasar casi toda la primavera encerrados.

Hoy me gustaría hablarles de un sector protagonista en esta situación como son los medios de comunicación y los ‘social media’.El papel de los medios de comunicación es fundamental para garantizar la democracia y las libertades individuales, o al menos debería serlo.

Los medios de comunicación tienen un papel importantísimo no solo en contar lo que sucede, sino en su labor didáctica, haciendo comprender al ciudadano por qué pasan ciertas cosas. Su labor analítica por la que los buenos periodistas investigan lo que hay detrás de cada noticia y su labor fiscalizadora por la que deberían estar obligados a cuestionar las decisiones de nuestros gobernantes y criticar aquello que hagan mal, sean del partido que sean y se trate del coronavirus o del ébola.

Con esta crisis sanitaria estamos comprobando que mucha de la prensa española está pervertida y solo se mueve por intereses económicos intentando ser lo menos contestataria posible a ver si, con un poco de suerte y docilidad, le cae un buen contrato público de publicidad o, aún mejor, una subvención.

Muy pocos medios lograron trasmitir la gravedad de este virus, teniendo ya muy cerca el ejemplo de Italia y lejos de persuadir a la gente para que tomasen precauciones, se limitaban a hacer chistes y parodias del coronavirus repitiendo el mantra de que esta enfermedad no llegaba al rango de simple gripe.

Aún tengo muy presente en la memoria cuando un conocido corresponsal en Italia se sorprendía por el alarmismo de la ciudadanía por todo lo que tenía que ver con el Covid-19 cuando, según él y sus fuentes, los síntomas respondían a algo más que un catarro.

Pero no ha sido un episodio aislado, muchos otros periodistas de referencia y medios de comunicación se reían de quiénes hablaban de falta de previsión, de necesidad de test, del uso de mascarillas…

También han sido responsables de esta desinformación las redes sociales que tachan de bulos y censuran cualquier línea de información que se escape de ese pensamiento único llegando incluso a que empresas como Whatsapp, limite al máximo la capacidad de reenviar mensajes.

Mucha gente haciendo caso de estos periodistas y medios escépticos sobre las graves consecuencias del coronavirus, subestimaron la enfermedad y muchos han muerto pensando que, si hablaban en los medios de una simple gripe, no tenían nada que temer.

Las responsabilidades del gobierno y de las autoridades sanitarias tendrán que aclararse en un futuro no muy lejano incluso por vía judicial, pero bastantes periodistas y empresarios de la comunicación deberían terminar en el banquillo, sino el judicial, el de sus conciencias.
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