22/03/2015
 Actualizado a 17/09/2019
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Ya pregonó Monseñor Jesús Fernández González el inminente inicio de la Semana Santa, cuya llegada, como la de la primavera, se huele en el ambiente. En la calle La Rúa, en las inmediaciones de La Taberna, esto no es una metáfora, porque don Ángel Prieto San Francisco se encarga de quemar incienso en cantidad desde el Miércoles de Ceniza, y hasta parece que el toro que vigilaba a los clientes a la entrada del comedor, se ha retirado con el fin de dejar hueco a los nuevos carteles que para este año han elaborado las cofradías.

Pero aunque ayer se pronunciase el pregón oficial, desde el jueves había ya un pregón en la calle, porque ese, Pregón, es el nombre de la revista con la que la Junta Mayor ha querido dar un rumbo nuevo a su actividad editorial de los últimos años. Es un acierto, y un signo de que nuestra Semana Santa no deja de evolucionar, el que la Junta Mayor haya dado así continuidad al magnífico trabajo de Carlos García Rioja en La Horqueta. Las declaraciones oficiales de interés turístico internacional, sideral o cósmico, son mucho menos importantes, dentro y fuera de nuestra ciudad, que el disponer de una página web como la que la Junta Mayor ha puesto en marcha este año, o de una revista cuyo nivel, tanto por sus contenidos como por sus fotografías y su cuidado editorial, esté a la altura de la de cualquier capital española.

Para eso, como para sacar a la calle cualquier procesión, es necesario el esfuerzo desinteresado de muchas personas. De gente que trabaja dentro y fuera de las cofradías, en ocasiones gratis y, cuando no, a costa de su bolsillo. Gente que escribe, que fotografía, que lleva a cabo un enorme trabajo físico, que ensaya, que se rompe el labio en la corneta o se gana ampollas con el tambor. De gente joven y mayor ilusionada por meter una vez más el hombro debajo de su trono y levantar su imagen. De quince o veinte mil leoneses que dedican a esto gran parte de su tiempo libre durante todo el año, y el ciento por cien de uno de los tres periodos de vacaciones tradicionales del año.

Y me niego a aceptar que la motivación de la mayoría de esas personas sea de índole meramente cultural o folclórica. Al contrario, la Semana Santa es, guste o no, un gran acto de manifestación colectiva de fe. Aquellos a los que uno conoce debajo de los pasos no han salido a pujar un madero con valor escultórico. Y la mayoría de los que uno ve desde dentro del capillo mirando la procesión, no tienen la expresión de estar ante un cuadro de Velázquez. Por la cultura, en España, no se hacen tales sacrificios colectivos.
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