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PP: Nuevos y malos tiempos

30/06/2019
 Actualizado a 16/09/2019
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Ahora sí que se puso la cosa jodida para el Partido Popular de Juan Martínez Majo. Pero que muy jodida. El TSJ de Castilla y León dictó sentencia y deja las cosas como estaban. Vox se queda huérfano de concejalas en el Ayuntamiento de León y Silván sin alcaldía. Al amparo del albur. A la sombra de la oposición. No se prevé milagro alguno, salvo que a la UPL de Sendino le diera la ventolera y se tiznara de naranja. Aunque tampoco se presume. El horno no está para bollos y productos afines de cuatro años para acá. Y los leonesistas, cuando se enfadan, no olvidan ni perdonan.

A los damnificados por la revoltosa y polémica urna de las Pastorinas les quedaba el pataleo de acudir al Constitucional por si sonaba la flauta y revocaba tres pronunciamientos previos. Era difícil. Según destacados juristas leoneses –que también existen y muy reputados– cosa improbable por no decir imposible. En la práctica y en la teoría suponía el último cartucho alojado en la recámara. Pero les falló el culote porque el pistón venía con defecto. Percutirlo era inútil de antemano.

A excepción de Villaquilambre, donde las componendas domésticas –luego a la vez económicas– surtieron efecto y Manuel García vuelve a empuñar el bastón de mando de la Casa Consistorial, en el resto el asunto de los ayuntamientos con pedigrí ha quedado reducido a la mínima expresión. Falta por decidir la presidencia del Palacio de los Guzmanes, la añorada Diputación, pero tampoco se barruntan escenarios entintados de azul.

Ahora, a los ‘amos’ que pululan por el paseo de Salamanca les tocaría sentarse en la dura silla del rincón. Y, «en el ángulo oscuro», apoyar los codos sobre la mesa, colocar las manos a uno y otro lado de la cara y pensar. Reflexionar. Y asumir responsabilidades. No hay más. Intuición distinta es que lo hagan porque por esos lares de sobrevivientes ambulantes la costumbre inveterada no es esa. Y a alguien procurarán cargarle el peso del mochuelo para quedarse aliviados. También es norma de la casa. Mañueco, el jefe regional, que pise con pies de plomo. Firme. Por si acaso.

Pues bien, un castañazo de esta magnitud no admite paños calientes. Requiere decisiones categóricas. Soluciones drásticas. En taurino, coger al toro por los cuernos. Y eso o se hace con la mayor celeridad –allá por el otoño– o el agua seguirá fluyendo del mismo manantial de siempre. Y hay otros hontanares por explorar.

La patata caliente, ahora, está sobre la palma de la mano de Martínez Majo. Y quema. Le quedan dos únicas vías: o ejercer de presidente del partido con todas las consecuencias, o preparar el baúl de los recuerdos –que no serán muchos– y emprender el camino de regreso. A casa. Él sabrá lo que decide.
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