lidia-colinas.jpg

Porompompero internacional

15/09/2019
 Actualizado a 18/09/2019
Guardar
Las similitudes unen, pero las diferencias también. Esa es la conclusión a la que he llegado en mis primeros días de Erasmus. Aunque no llevo ni una semana en Bélgica y ni siquiera he empezado las clases, ya puedo afirmar que he aprendido. Y es que, desde mi punto de vista, el mayor aprendizaje no se encuentra en libros de texto, apuntes o documentales pese a la infinita cultura que estos nos proporcionan, sino que se aprende a base de experiencias y más especialmente aquellas que ‘vives solo’.

Nuevamente, y al igual que pasó en julio cuando llegué a León, me vi cargada de maletas por una ciudad que desconocía, pero que será mi hogar durante los próximos meses. En este caso me organicé mucho mejor y, al menos, no he tenido contracturas de llevar el equipaje, que ya es algo. Pero la verdadera aventura comienza cuando tienes que desenvolverte tú sola en otro país en el que, además, no hablan tu idioma.

Aunque soy capaz de defenderme hablando en inglés, me he dado cuenta de mi falta de vocabulario, naturalidad y fluidez que se acentúan más aún al estar rodeada de personas de otros países cuyas lenguas son mucho más parecidas al británico. Esto me ha hecho recordar a mi profesora de filosofía en bachillerato, Anabel, quien nos enseñó la máxima de Wittgenstein que dice que «los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo» y que ahora comprendo mejor que nunca.

Aun así, según han ido pasando los días, he ido ganando soltura a la hora de comunicarme con el resto. Y he conocido datos, gastronomía o cultura de otros países, pero yo también he hablado sobre España y he explicado lo que es una verbena, los churros con chocolate o que no todos bailamos flamenco. Y ellos me han enseñado que en Polonia hay palabras que se dicen igual que aquí o que en Alemania existe una banda llamada Marquess que hace versiones de canciones españolas y que la más conocida es El Porompompero.

Sin duda alguna, poder expresarnos no solo nos otorga libertad, sino que supone un aprendizaje y la vivencia de nuevas experiencias. Y si ahora mismo pudiera pedir algo, sería que jamás se acabaran las ganas y la inquietud por aprender, enseñar y conocer.
Lo más leído