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Por una patada de John (Wick)

31/03/2023
 Actualizado a 31/03/2023
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El otro día fui al cine. Ir al cine teniendo a Pequeño Zar es una labor de estrategia: hay que elegir película, día y hora en función de la disponibilidad de la cuidadora, la distancia al cine y la cartelera. Nada fácil. Pues bien, llegamos al cine y me dijeron: estas entradas no son para hoy, son para ayer. Casi me echo a llorar. El portero bajó la voz, pasad, anda, y donde haya hueco os sentáis, pero esa ‘peli’ ya no está en esa sala, hay otra. ¿Otra? ¿Y cuál? ‘John Wick, chapter 4’. A mi compañero le dio un ataque de risa. No te va a gustar, dijo.

La película arrancaba con un primer plano de unos nudillos cubiertos de sangre golpeando unas cuerdas una y otra vez. Empezamos bien, pensé. Y esa fue toda la paz de la cinta. Luego hubo peleas sin fin, artes marciales, pistolas, metralletas, patadas, puñetazos, tiros en cabezas, gorgoteos de gargantas segadas, gritos de golpes en el estómago. Todo esto sucediéndose en distintos y variados escenarios: una ciudad decadente que podría ser Nueva York, un Berlín de tecno enloquecido, un París kitsch. Inglés con acentos de todo el mundo; muchos ojos rasgados (no sé que tienen los orientales de inspirador para las cintas de acción: código de honor y patadas certeras, algo así); y Keanu Reeves. Con ese rostro pétreo, inamovible, las piernas arqueadas, la chaqueta y la corbata negras, como un vaquero futurista. Keanu es John Wick, un tipo misterioso y callado que se enfrenta el poder máximo -algo así como la Tabla Redonda artúrica- y es perseguido –y le zurran– allá donde va. El misterioso Keanu. Que tenía tres líneas de diálogo en toda la película. Decía: Winston (a uno de los protagonistas); y el otro contestaba: John. Y en la siguiente escena: Caine (a otro protagonista); y el otro: John. Unos diálogos floridos, sí señor, shakespearianos. Tres horas, tres horas. Veía pasar las imágenes como un videojuego. O sea, a mí las escenas de acción me pueden parecer interesantes, pero intercaladas con una historia: aquí la historia tenía la fuerza de una espiga en un vendaval. Venganza y lealtad hacia los amigos, eso era todo. Luego me enteré de que la película es la cuarta entrega de una serie que relanzó la apagada carrera de Reeves. Que está dirigida por un especialista, un doble de acción metido a director llamado Chad Stahelski, al que se le han muerto ya un par de compañeros en los violentos rodajes. Y que solo en su estreno en EE UU recaudó 74 millones de dólares.

Salí mareada del cine, con el eco de los tiros y las explosiones en mi cabeza. A mí me falta una neurona para entender esto, pero de verdad, ¿de verdad os parece entretenida?
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