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Por un cine español genuino

15/06/2021
 Actualizado a 15/06/2021
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Nuestros cineastas españoles siempre ha dado muestras de una especial sensibilidad y de logros notables cuando abordan temas relevantes de nuestra sociedad, costumbres e historia y dejan a un lado el sectarismo, el revisionismo absurdo y la rancia costumbre de abordar aspectos sórdidos y demasiado negativos para nuestro pueblo.

No obstante, creemos que queda un camino notable por recorrer y que es un terreno abonado para los valientes regidores y realizadores que no deseen engancharse al pesebre del poder, que riega generosamente de subsidios para lograr un fin: halagar al que manda, sostener una troupe de consentidores que hacen gala de sus críticas en los ‘oscar’ de la pantalla, aprovechando el tirón del canuto mediático y así deteriorar la tradición del prestigio de los auténticos profesionales.

No es de recibo que aprovechen los estrenos de sus películas para que se lancen soflamas partidarias, descalificaciones sibilinas, apostillas interesadas de apoyo a las opciones políticas de turno y un lenguaje muy especial que nada dice a favor de unas gentes que deben representar una parte de la intelectualidad escogida de nuestra sociedad.

No deseamos estigmatizar ninguna opinión porque defendemos la libertad de expresión por encima de todo pero sí criticamos a los que, bajo la bandera de la fama, influencia de un entramado audiovisual u otra manifestación cultural pública, aprovechan la ocasión para enviar consignas, a veces, sin fundamento, que envenenan la convivencia bien a través de alfombras rojas, certámenes, premios, presentaciones, estrenos porque lo que queda en evidencia en esos momentos no es la valía profesional del que expone esos mensajes, si no su pobreza intelectual y servilismo.

Los cineastas españoles han tenido y tienen un gran caladero donde realizarse y es la sociedad española y su maravillosa historia a través de los siglos. Disponen de un momento único para enderezar el rumbo de una sociedad aturdida por tanto desatino que les mantiene en vilo desde hace mucho tiempo.

La historia de España es un reservorio de grandes hechos que deben servir a los amantes del buen cine para realizar series que sirvan de información al espectador y que les ofrezcan material para que ellos, sin intervenciones sectarias de uno u otro signo, saquen las conclusiones oportunas para su información y formación como ciudadanos de una gran nación.

Actualmente están de moda las series. Disponemos de documentalistas, asesores en Historia, directores estupendos, actores y actrices importantes, incluso financiación adecuada si se presentan proyectos originales. Sabemos hacer cine de calidad y tenemos las técnicas adecuadas.

La pregunta que asalta a los ciudadanos es obvia. ¿Por qué, si disponemos de ese bagaje, siempre nos vemos inmersos en actitudes y desarrollo de temas francamente deleznables?

Sencillamente, porque la demagogia y el sectarismo han invadido la pantalla. No se sabe, no se quiere realizar una obra de objetividad fina porque no se desea molestar y sí practicar lo políticamente correcto, según quien disponga del poder y su influencia a la hora de la subvención. Y esto es grave, hasta tal punto que condiciona todo y sobre todo se contribuye a la tergiversación de la Historia cuando a los jóvenes se le hurta el conocimiento de los hechos pasados que, junto al dominio del idioma, son los puntales básicos sobre los que debe crecer la formación del ciudadano dentro de un sistema educativo neutral, coherente y eficaz.

Los hechos nos dan la razón y los resultados de nuestro sistema educativo y de los que corresponden a la cinematografía también.

Así que ya tenemos un motivo para que los profesionales que se dediquen a esta actividad retomen la senda de la verdad, afinen sus ingenios y llenen las pantallas de trabajos válidos sobre nuestro pasado, el presente y lo que puede ser el futuro de esta vieja nación que espera realmente la revolución pacífica de su sociedad basada en la educación, la formación cultural y tecnológica de sus generaciones.

Nuestra sociedad es rica en hechos, hombre y mujeres muy importantes que trabajan sin denuedo de forma anónima y eso debe servir de estímulo a las generaciones de jóvenes que a través del estímulo de la pantalla pueden formarse una sólida base cultural impulsora del desarrollo de la nación en su conjunto.
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