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Por un brindis al sol

02/05/2022
 Actualizado a 02/05/2022
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Me dijo una vezun conocido roblano con el arranque y la certidumbre que caracterizan al montañés inconfundible que «las torres son a La Robla lo que la Catedral a León». Se refería a las chimeneas y las dos torres de refrigeración de la central térmica que desaparecerán del perfil del paisaje de la Montaña Central leonesa el próximo viernes cuando se apriete el botón de la dinamita con el que quedará destruido este complejo generador de electricidad.

Centro productor de parte de esa misma electricidad que usted paga hoy diez o veinte veces más cara –por decir un par de cifras al azar, que a lo mejor es hasta mucho más– porque alguien vio un negocio claro en esto y se rodeó de unos cuantos que también empezaron a pensar que era mejor comprar que producir. A pesar de tener las instalaciones montadas y la materia prima dentro o a la puerta de casa y sabiendo que hace una década León producía algo más del doble de electricidad de la que consumía.

Cuando un leonés piensa en esto debería preocuparse también por lo que pensarán ahí fuera de los españoles que cerramos centrales térmicas y nucleares pero compramos la energía a Francia o que talamos olivos y naranjos y luego importamos aceite y naranjas de Marruecos y Sudáfrica. Y al tirar la leche al desagüe y quemar los campos de girasol pero luego hay que traer lácteos en polvo de China y aceites de Ucrania.

Pues, como puede ver, con la energía pasa lo mismo, y la voladura de las torres de La Robla es una metáfora visual que por desgracia define perfectamente lo que pasa en nuestra querida provincia. Permitimos que se desmantele y que se destruya sin opción cualquiera de las pocas fuentes de riqueza que nos quedan y que son una garantía de abastecimiento para cuando vengan mal dadas a cambio de un brindis al sol. Leonés, como no espabiles…
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