¿Por qué somos de la Ponfe?

Por Alejandro Cardenal

15/09/2021
 Actualizado a 15/09/2021
Un aficionado, durante un partido en El Toralín. | LA LIGA
Un aficionado, durante un partido en El Toralín. | LA LIGA
A los que estamos en proceso de asimilar aquello de que los treinta son los nuevos veinte, el descenso del Atlético nos pilló en esa fase en la que te empiezas a formar tu propio criterio futbolístico y, más allá de lo que te ha tocado por cuestiones familiares o geográficas, a tener tus propias filias y fobias.

Sin ser yo precisamente muy fan de los atléticos y su constante afán de reivindicarse como el equipo del pueblo mientras fichan casi menores de edad a más de 100 millones de euros y convierten a Simeone en el entrenador mejor pagado del mundo, hay que valorar que a nivel de marketing consiguieron convertir un drama en todo un filón publicitario.

El Mono Burgos saliendo de una alcantarilla pero sobre todo, aquel niño preguntando a su padre por qué eran del Atleti, pasaron a formar parte de la cultura popular. Los rojiblancos supieron resumir como nadie esa pregunta que todos los que sufrimos con equipos más acostumbrados al barro que a las alfombras rojas nos hacemos de forma periódica.

Pero no es solo algo que preguntarse cuando vienen mal dadas. Este domingo, en mi vuelta al trabajo tras dos años de paréntesis, disfrute del que para mí fue uno de los mejores partidos de la Deportiva del último lustro.

Si bien todos tenemos en la mente exhibiciones como aquella goleada ante el Betis o la conquista de Riazor, el duelo ante el Almería, con intento de atraco incluido, me hizo comprender por qué la distancia o el paso del tiempo no han menguado el cariño que se siente por semejante equipazo.

Y es que es difícil no sentir admiración por un grupo que, pese a perder piezas importantes en cada mercado de fichajes, sigue saliendo a cada partido con el cuchillo entre los dientes y sin miedo a nada.

¿Qué por qué somos de la Ponfe? Porque es capaz de hacernos sufrir y hacernos soñar. Porque sabe levantarse cuando se tropieza. Porque siempre se ha mantenido fiel a sus raíces, sin corromperse por los cantos de sirena del dinero fácil.

En definitiva, lo bueno de ser de la Deportiva es que, a diferencia de aquel pobre padre colchonero, uno nunca podrá quedarse callado ante esa pregunta. Hay mil razones, y con un poco de suerte, esta temporada quizá podamos ampliar el repertorio con otro millar más.
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