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¿Por qué no se piden perdón todos?

25/01/2022
 Actualizado a 25/01/2022
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¿No les da vergüenza a los que todos los días del año menean el árbol de las desdichas, la confrontación y los lamentos, mientras les caen las calabazas encima de sus cabezas perdiendo el poco prestigio que tienen, el crédito devaluado de sus sillones y la indolencia que despliegan?

Deberían tener vergüenza torera para afrontar, de una vez por todas, un pequeño trabajo de conciencia y desplegar, entre todos, un plan que comprenda como fines prioritarios algo tan elemental como la educación de los ciudadanos, de aquellos que se levantan muy temprano, sortean las deficiencias de este entramado burocrático, pelean con la cesta de la compra, el exiguo sueldo, las reclamaciones de Hacienda, así como de sus hijos naturales que son los ayuntamientos y otras entidades públicas, que sólo viven de ese dinero, los que manifiestan que los hijos no son de sus padres, o el dinero confiscado en impuestos injustos, es decir, por aquellos que acceden a la pensión millonaria del escaño y el puesto político.

Tenemos que lamentar poseer un país que reiteradamente desea la modernidad al mismo tiempo que los soplagaitas de turno, que no saben nada de su Historia y que después pintan la realidad a su gusto para seguir practicando el ritual de las corruptelas que ellos tanto denuncian, tratan de apartar a sus ciudadanos del camino de la libertad y el progreso. Naturalmente, los enemigos de la España próspera baten palmas de satisfacción, porque se quitan un enemigo importante, y asisten regocijados al suicidio, flagrante y público, porque les da la llave de la exclusividad y la influencia en las cuestiones clave en los foros de las decisiones fundamentales.

Y decimos esto porque es una vergüenza tener que asistir a la ceremonia de la confusión de unas formaciones políticas que están in albis de la Historia de su país, que desean la confrontación perenne y que no tienen las normas cívicas claras porque se han encargado de desarmar el entramado de comportamiento del ciudadano en aras de un movimiento absurdo de enfrentamiento de minorías, abriendo en canal la nación, una vez más, para que se allane el camino a los que siempre han deseado imponer su verdadera dictadura moral, social y económica, con el fin de colocar una tramoya política títere de potencias y entidades extranjeras, con una exigua vitola democrática merced a la atomización de un Parlamento menguado en su efectividad.

Lo que hay que hacer es justamente lo contrario. Elegir buenos conductores, neutrales, abnegados, sacrificados, amantes de su país y no de aspiraciones autocráticas lamentables. Mimar la investigación en todos los aspectos, con la tecnología y la educación en primera línea, extendiendo la formación al ciudadano que más la necesita sin que sea la prioridad de que todos aterricen en la Universidad, que debe estar destinada a los más capacitados y que ofrecen ideas innovadoras. La cultura de verdad debe ser impelida hacia cotas relevantes, no la cultura del silbido, la subvención y el aplauso con las orejas al que te da el dinero para realizar auténticos bodrios de escenas lamentables y mentiras apoteósicas, olvidándose de épocas pretéritas que han aportado el verdadero prestigio a la nación.

Eso es lo que hay que hacer y nos ahorraríamos dinero, esfuerzos vanos y trabajos innecesarios, vacíos de contenido, esperpentos universitarios de concesión de títulos devaluados y un sinfín de mendacidades que lo único que aportan es desánimo y huida de los mejores profesionales, porque las mentes del hermetismo desean ese «confinamiento intelectual» y ahogar la libertad.

Dejen Vds. tanta ‘memoria histórica» y cíñanse al trabajo de los historiadores, acepten el resultado de las investigaciones en un bando y otro, no obstaculicen los resultados, sean transparentes, no tengan miedo a que esas investigaciones señalen los errores, incluso barbaridades que cometieron los que predican tanto perdón y son ellos los que no admiten pedirlo cuando tienen mucha basura en su haber.

Sería interesante y bienvenido que todos, todos , pudiéramos, de una vez por todas, reflexionar para dialogar de vecino a vecino, de ciudadano a ciudadano, de político a político, y, después de airear todos los trapos sucios, nos dejáramos de mandangas y en una acto conjunto se hiciera un monumento nacional a todos los que cayeron ante la injusticia de sus compatriotas que no supieron desempeñar con orgullo el mandato que les dio su país para que España fuera una nación fuerte, respetada y que progresara en el conjunto de las naciones desterrando el odio, la corrupción y la envidia, con el fin de buscar la senda de la hermandad que siempre se ha perdido cuando ya estaba orientada , denunciando a los traidores y cobardes que por ambición y codicia han torcido los caminos de la libertad, la concordia y la paz.
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