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¿Por qué leo los libros que leo?

27/05/2022
 Actualizado a 27/05/2022
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¿Por qué leo los libros que leo? Ahora que empieza la temporada de ferias del libro –León, Madrid en breve– recopilo lo que he leído este año. Un vistazo a mi mesita de noche: ‘Libertad’ de Jonathan Franzen, ‘Close Range’ de Annie Proulx, ‘Rendición’ de Joanna Pocock, ‘Canto yo y la montaña baila’ de Irene Solá, me dice, sin lugar a dudas, que me gusta la literatura anglosajona y, sobre todo, que me gusta indagar en nuestra relación con la naturaleza. Como toda escritora, soy obsesiva. Cuando empecé a escribir –yo no era consciente de ello–, había ya una corriente subterránea que atravesaba todas mis historias: la relación con la tierra. Mi padre lo llamó filotelurismo. Juan Pedro Aparicio, en la presentación que hizo de mi novela en la Casa de León de Madrid la semana pasada, lo definió bien: la voz antigua de la tierra. Lo que busco es encontrar esa voz.

No solo tiene que ver con mi infancia de niña rural, con la majada de mi familia, con los paseos por el campo con mi padre, con mis antepasados labradores. No solo tiene que ver con mis lecturas infantiles, Gerald Durrell, Ruyard Kipling, Konrad Lorenz, o las horas y horas que pasábamos viendo ‘El Hombre y la Tierra’, de Félix Rodríguez de la Fuente.

No solo tiene que ver con el placer que encuentro estando en la naturaleza, esa conexión, el latido invisible de la tierra, ese escuchar y oler y sentir la vida que hay en el monte.

Va más allá, es una reflexión sobre nuestra forma de estar aquí, en este tiempo. Sobre cómo me gustaría estar y cómo estoy y cómo están mis personajes, seres que se mueven en la naturaleza y aman y odian con sinceridad. Sin la capa de educación y distanciamiento que pone la ciudad.

Escribo sobre eso.

No escribo sobre mis años de periodismo, sobre todas esas figuras locas que conocí, figuras que atraviesan la alta sociedad española, políticos, delincuentes, celebridades. No. No me interesan como sujetos de lo que escribo. Me interesa el amigo labrador de mi padre que perdió un brazo con una sierra; me interesa la pastora trashumante que pasa el verano en el chozo del puerto; me interesa el viñador que rescata las viñas viejas. Me interesa el paisaje. Me interesan la retama en flor y las praderas de asfódelos y los lucios del Eria y si han visto lobos en la Valduerna o si la osa sale de la cueva con sus esbardus en la Cordillera Cantábrica. Me interesa cómo vamos a preservar esa naturaleza, me siento implicada en esa labor. Creo que nos concierne a todos. Supongo que por eso leo lo que leo. Y tú, ¿por qué lees lo que lees?
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