Secundino Llorente

¿Por qué el español no será vehicular en Cataluña?

12/11/2020
 Actualizado a 12/11/2020
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Parece increíble. ¡Con la que está cayendo! Récord diario de contagios en España, los hospitales desbordados, las UVI colapsadas, la economía por los suelos, negocios cerrados, pobreza en las familias, colas de personas en situación límite en los bancos de alimentos, a punto del confinamiento total en esta segunda oleada de la pandemia y nuestros políticos entretenidos en el Congreso con esta palabrita: «vehicular».

Todo surge porque los grupos parlamentarios de PSOE, Unidas Podemos y ERC presentaron una enmienda a la reforma de su propia ‘ley Celaá’ en la que piden la eliminación del castellano como lengua vehicular en Cataluña y la propuesta ha salido adelante el pasado jueves en la Ponencia de trabajo de la Comisión de Educación del Congreso con 26 votos a favor de PSOE, Unidas Podemos y ERC, y 16 en contra de Vox, PP Cs y UPN. El cambio consiste en suprimir las palabras en cursiva de este texto de la Ley: «Las administraciones educativas garantizarán el derecho de los alumnos y alumnas a recibir enseñanzas en castellano, lengua oficial del Estado, y en las demás lenguas cooficiales en sus respectivos territorios. El castellano y las lenguas cooficiales tienen la consideración de lenguas vehiculares de conformidad con la Constitución Española, los Estatutos de Autonomía y la normativa aplicable». ¿Es posible que esta fuera la noticia que abriera el telediario? ¿Realmente es tan importante fulminar esta palabra del castellano en Cataluña y dejar el catalán como única lengua vehicular?

Una lengua vehicular es la que se emplea como vehículo de comunicación en una comunidad de hablantes en la que existe más de una lengua. Entiendo perfectamente el interés y la alegría de Esquerra al suprimir de la ley que el español sea lengua vehicular en la enseñanza, aunque en la realidad ya hace tiempo que el español casi ha desaparecido de las aulas catalanas. Entiendo también a la diputada de ERC, Montse Bassa, que confiesa sin reparo: «No queremos que el castellano sea lengua vehicular, sino que se enseñe como cualquier lengua extranjera, como el inglés o el francés». Y entiendo que, a tres meses de las elecciones en Cataluña, el portavoz de ERC, Sr. Rufián, exprese su júbilo al poder presentar a los suyos en los mítines electorales estos trofeos que paso a paso los llevan a su objetivo final de independencia. Esta es una vuelta de tuerca más, como lo fue la semana pasada la cesión del PSOE ante los nacionalistas para rebajar al 50% la parte del currículo que fija el Estado. Rufián presume en Twitter: «Más allá del ruido, hay política», le felicito, a diferencia del ruido de JxCat, ellos van logrando frutos.

Lo que no puedo entender, por muchas cataplasmas que le quiera poner la ministra Celaá, es que el PSOE utilice el español y la educación como moneda de cambio para contentar a los independentistas en plenas negociaciones de los Presupuestos Generales del Estado. Coincido plenamente con las manifestaciones del dirigente socialista Antonio Miguel Carmona el mismo día de la votación: «Resulta vergonzoso que el PSOE, partido en el que milito y seguiré militando, proponga y vote una enmienda transaccional a su propia ley de Educación, junto con Unidas Podemos y Esquerra Republicana de Cataluña, apoyada por Bildu, para eliminar como lengua vehicular al castellano de cada uno de estos territorios. El PSOE se equivoca y, aun sabiendo que más temprano que tarde volveremos al juicio común que nos caracteriza, comete uno de los errores políticos más grandes que yo haya visto en mucho tiempo». Se puede decir más alto, pero no más claro. Y si esta oposición viene del propio partido del gobierno, el lector puede imaginar la reacción de la posición. La responsable de Educación del PP, Sandra Moneo, denuncia que «es un auténtico atropello que vulnera los más esenciales principios de derechos y libertades que se recogen en nuestra Carta Magna». «El futuro de nuestros niños, de las futuras generaciones, no puede usarse como moneda de cambio para que Sánchez pueda seguir en la Moncloa». Y la portavoz de Educación de Ciudadanos, Marta Martín, pone el grito en el cielo porque «eliminar el castellano como lengua vehicular y oficial es una vulneración de derechos fundamentales de la que el PSOE es responsable. Lo grave es que, esta vez, lo hacen conscientemente y sin pudor a sabiendas de que va en contra de lo que ha determinado el Tribunal Constitucional. Por tanto, con alevosía».

Por último, las entidades castellanoparlantes de Cataluña han acusado a PSOE y Unidas Podemos de «palmeros del nacionalismo más sectario, excluyente y retrógrado». Para ellos la razón de esta movida es que «incomoda que la perseverancia de muchos padres y madres haya hecho posible que los tribunales reconozcan también el carácter de lengua vehicular de enseñanza al castellano en la escuela catalana y quieren acabar con esta posibilidad».

¡Qué pena! Recuerdo con nostalgia aquel PSOE del ministro Gabilondo que luchaba por el pacto educativo, un sueño de reforma educativa y consenso que murió hace tiempo. Aún peor, creo que vamos en dirección contraria, sin tener ninguna consideración ni respeto por la formación de nuestros jóvenes. Algún día nos lo echarán en cara.
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