Alfonso B&W

«Por mi gran culpa»

04/08/2022
 Actualizado a 04/08/2022
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Cualquier día nos van a fijar por decreto hasta la hora en la que podemos ir a mear. Es lo único que les queda después de que nos hayan obligado a ponerle coto al termostato y nos hayan dicho que es mejor no llevar corbata a las bodas y beber los cubalibres del tiempo ahora que hay escasez de hielo en triste coincidencia con la anhelada resurrección de las verbenas en los pueblos.

Como cracks que son del deporte nacional de echarle siempre la culpa a otro, los gestores de la cosa pública nos dejan claro que hemos calentado o enfriado el habitáculo en el que moramos o damos el callo por encima de nuestras posibilidades y que no tendríamos que haber pedido copas heladas para las cañas para así no estar ahora en una crisis energética que por supuesto tendríamos que haber visto venir.

Porque está claro que en todo esto nada han tenido que ver quienes decidieron cerrar apresuradamente las minas y las centrales térmicas –arruinando de paso este nuestro terruño– y condenar igualmente las nucleares sin tener alternativas serias y solo por el ansia de ser los más verdes de una fiesta que puede acabar en fundido a negro.

Y tampoco va la cosa con los ecologistas pese a ser autores intelectuales de la crisis energética (y también de la proliferación de incendios), ya que los culpables somos nosotros por votar a unos gestores de la cosa pública que ceden a sus presiones cuando legislan sobre energías sostenibles o sobre la limpieza de unos montes que pronto podrán pasar a denominarse selvas.

«Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa», tendremos que musitar cabizbajos mientras nos golpeamos en el pecho y paseamos casi en tinieblas por la cuna de la democracia después de que se hayan apagado sus escaparates.

Hagamos acto de contrición y esperemos que en las dependencias monclovitas –bien climatizadas, seguro– no recuerden que somos la cuna de la democracia y que tuvimos hace poco más de un milenio unos fueros que podían dejarnos sin ojos e intestinos si nos declaraban culpables de algo. Sería probablemente el siguiente paso tras fijar por decreto la hora en la que podemos ir a mear.
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