Por la grieta más pequeña

06/04/2021
 Actualizado a 06/04/2021
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Se veía venir (la RAE definiría la expresión como frase hecha que subraya un acontecimiento que ya ha venido), cuchichean en el arco político ponferradinodespués de que un edil, cuarenta años socialista, hiciera añicos la candidez de un equipo de gobierno tripartito que no miraba más allá de sus propios aplausos. En el círculo cerrado del «bravo», con una oposición que solo llega al guiño, escuchaban de soslayo una voz disonante que hablaba en un idioma confuso y pasaron de largo. No les importó que uno de los suyos dejara sobre la mesa sus cargos orgánicos locales ni que después dijera no a lo que todos decían sí, en un punto en el que no había un alehoop ni un puede ser, la cesión de los campos de fútbol a la Ponferradina. Se quejaron de una falta de entendimiento enmarcada siempre en el otro, lamentaron su tozudez y la paciencia que debían emplear en su trato. Y, en cada frase, una afrenta que conocían, casi un adoctrinamiento que poco ayudaba a reconducir ese aplauso de peonza en el que estaban embobados. Lo que estaba cimentado y escudado incluso frente a la mancha de la violencia de género entre sus filas añadidas, se rompía por la grieta más pequeña. De la Fuente se iba y las matemáticas sacaban la cabeza. Minoría de nuevo. Hay que rehacer la suma y ahí hay plan B, rellenar con una fuerza más. Descontando echar un ojo a los escindidos y a la derecha por principios, queda el incombustible Carballo. Desbocado en ocasiones, obstinado las más, enfadado cuando Bierzo no se escribe en mayúsculas, saborea su momento. Y el PSOE no mide que ha llegado a llamarle al orden en ocasiones, que ha sacado de quicio a quien ni siquiera tiene quicio del que salir… Pero además, los «traidores» del bercianismo, Carballo dixit, forman parte de ese trío que se mira cada mañana en un espejo de pódium. ¿Quién es el más bonito del reino? Ay, la belleza, que ciega y desnortada en su propia brújula.
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