Por banderas que no quede

05/12/2018
 Actualizado a 03/09/2019
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Decíamos ayer (el tío Mauri y yo) que tenemos historia para regalar, reyes para llenar un callejero y más batallas ganadas que contaba Matapobres cuando regresó de América (del Sur, no exageremos que no está Donald para que le echemos pulsos).

Pero resultó que al mirar hacia adelante no teníamos nada.

Pues si tenemos historia para regalar ya no te cuento las banderas, para empapelar la calle Ordoño por los números pares y los impares. Pero resulta que al mirar hacia adelante tampoco tenemos nada.

Ahí las tienes. La del club, la del rival, la de las regiones, la de España, la de Europa, la del mundo... y aún faltan la del pueblo, la de la comarca, la de la cofradía, el pendón de Tierra, el pendón del pueblo y todos los pendones que en el mundo han sido, que no son pocos.

Tenemos el estadio con más banderas pero viene el Tardajos, por un decir, y nos mete el agua en casa.

Y encontramos, ayer por ejemplo, que por el día de Santa Bárbara todas las fachadas de los municipios mineros tenían engalanados sus balcones, los múltiples símbolos que cada uno guarda lucían en su máximo esplendor, banderas al viento. Será por banderas.

Pero hoy, al amanecer, ningún minero salió de casa hacia el tajo.

Acabaremos comiendo banderas. O himnos. O fronteras. O reyes.
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