19/07/2016
 Actualizado a 15/09/2019
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Se supone que no tendremos que ir a las urnas, por tercera vez, en fechas próximas, sobre todo porque ello pondría en evidencia una vez más el egoísmo y el mal talante de algunos políticos, y porque la convocatoria de unas nuevas elecciones les pasaría factura. Imaginemos que quienes perdieron las pasadas elecciones las hubieran ganado. Seguro que no dudarían un solo instante en exigir para sí lo que ellos niegan por activa y por pasiva a los demás. Para esta gente la democracia sólo sirve cuando ellos ganan, pero nunca cuando pierden. Tampoco parece exagerado pensar que algunos están más pendientes de los sueldos y prebendas personales que puedan conseguir a través de la política que del bien de España. Si realmente pensaran en el bien de España deberían ponerse de acuerdo en algunos puntos fundamentales. Intentaremos mencionar algunos.

En primer lugar deberían pensar en la supervivencia de España. Y no nos referimos ahora a poner freno a los separatistas, sino a que España no se muera demográficamente. Dicho más claro: es necesario que nazcan más españoles, si no queremos hacer de nuestra nación un gran geriátrico. Es desolador ver cómo se cierran escuelas por falta de natalidad. Y más desolador aun es pensar en esos más de ciento diez mil niños a los que cada año no se les deja nacer en España. Sigue siendo una vergüenza, un escándalo y un auténtico genocidio la aceptación política y social del aborto. Por desgracia ninguno de los grandes partidos defiende la vida humana. Ya sabemos que nunca llegarán a un acuerdo en esta defensa, pero precisamente por ello nos sentimos muy decepcionados.

Deberían ponerse de acuerdo en cómo llevar a la práctica algo que en teoría todos parecen defender: que todo el mundo vea colmado su derecho a una vivienda y a un trabajo digno. En España hay suelo y riqueza suficiente como para que todos puedan disfrutar de un hogar y de un medio de vida. Pónganse todos de acuerdo para que la reforma laboral no encubra tantos abusos y que nunca penalice, sino todo lo contrario, a las mujeres embarazadas.

Se habla mucho de la necesidad de consensuar una buena ley de educación y bueno es servirse de la mejor pedagogía y los mejores medios, pero teniendo en cuenta que no se puede pretender alcanzar grandes metas renunciando al esfuerzo. Una de las dificultades para el consenso es pretender utilizar la escuela para inculcar ideologías, pero ello no debería llevar a renunciar a la formación integral, excluyendo la dimensión religiosa del ser humano.
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