Ponen los platos y pagan los rotos

No sé si cerrar los bares y la hostelería en general arregla mucho —y creo que Simón tampoco lo tiene claro y de Igea quién se fía— pero sí estoy seguro de que sí se puede hacer con menos soberbia, más cercanía, con más explicaciones y, sobre todo, con más justicia, atendiendo y tratando de paliar las innegables precariedades a las que les han condenado sin más derecho que el del pataleo;siempre que paguen ellos los platos rotos... Otra vez los mismos.

Piensa que llegas mañana a trabajar y la trapa está bajada con un papel que dice ‘orden gubernamental’ y ahí te quedas, las explicaciones se las pides al maestro armero. Piensa en todos esos bares que estaban al borde del abismo y les han obligado a dar un paso al frente;olvidando que son quienes nos despiertan con un café cargado y nos aguantan al final del día cuando no queremos marchar para casa y nos ponemos atorrantes. Ypara el resto del día también están ahí, con el periódico, la tapa y la conversación. (Por cierto, los periódicos nunca acabaremos de pagarles cómo han sido siempre de los nuestros).

Y cuando explotan, cuando deciden romper los platos, van allí, a las puertas de la institución que les ahoga, y hacen ruido rompiendo los platos... para luego darnos otra lección y recogerlos.

No están barriendo al final del día para cerrar... pero lo parece.