Pon ahí

Acabadas las ferias del libro, de las que este año he visitado unas cuantas, puedo hacer un balance de cómo las he visto en general (hay de todo, como en botica, aunque puedo afirmar que la más pobre es la de León con gran diferencia) y, sobre todo, de las anécdotas que acontecen en su curso y de los comportamientos de los lectores en ese acto protocolario que es la firma de un libro por parte de su autor. Podría extenderme al respecto, pero me limitaré aquí a reseñar la actitud de muchos leoneses cuando acuden a solicitar tu firma en una feria de cualquier ciudad. Como si el paisanaje les diera un atrevimiento del que en general carecen, muchos de ellos, principalmente los hombres, se acercan de medio lado hacia ti y, apoyándose en el expositor de libros de la caseta, mirándote de reojo a ver qué cara pones al oír su procedencia, te dicen a bocajarro con ese tono cortante a que tan dados somos por tierras de San Froilán: «Pon ahí: ‘pa’ Manolo, de Rodiezmo»; o «Pa’ Gabino, de Gradefes»; o «Pa’ Miguel, de Villadepalos». Normalmente la orden queda ahí, en esa efusión patriótica que se satisface sólo en su manifestación, pero los hay que se crecen detrás de ello y que, venidos arriba, te dicen lo que has de poner a continuación. Por ejemplo: «Pa Modesto, el más chulo de Mansilla». O el más guapo. O lo que sea. Como si tú fueras un amanuense y él el dueño de tu pluma por el sólo hecho de haber comprado tu libro.

Lo malo es que ese «pon ahí» que tantas veces he oído en las firmas de libros de las ferias con esa mezcla de campechanía y poder que da el compartir origen, parece, a algunas personas se extiende a veces también a tus artículos periodísticos y hasta a tus libros de creación literaria. «Tú lo que tienes que escribir es…» Aunque de esto saben más los periodistas que, como los de este periódico, por vivir en ciudades pequeñas, se encuentran diariamente con sus lectores e incluso con sus no lectores, que suelen ser los que más ordenan: «Tú lo que tienes que escribir es…»