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Polo Norte (III)

07/09/2018
 Actualizado a 13/09/2019
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Ante mis ojos un río, la chopera, elplumaje amarillo intenso y negro deun macho de oropéndola. Atrás el charrán ártico con su furioso, hostil proceder con quienes, protector, se aproximaban a su nido.

Corre septiembre. Han pasado días, horas y más horas desde la última navegación, Polo Norte (II), Cincuenta días, cincuenta. Más o menos. Todo tranquilo, sin chasquidos, sin sobresaltos, con más corzos que renos, con más truchas que ballenas detrás de la pared de mis ojos. Vayan por delante dioses, gnomos, ninfas u otros seres mágicos. Su abrazo protector nos alcance tanto como la buena disposición del conductor del autobús urbano de Narvik un día muy lluvioso que tras ver como el aparato al uso para cobrar los billetes rechazaba tras varios intentos las tarjetas bancarias (en Noruega los buses las admiten)de dos compañeros y la mía propia, compadecido nos perdonó el importe y no nos mandó apearnos, cosa improbable en España. Como quiera que tal incidencia sucedió el penúltimo día de nuestra estancia en la tierra vikinga me atrevo a pensar que los dioses polaresdesearon que trajésemos un endulzado recuerdo para España.

Lo que me ha llamado mucho la atención es que en la Noruega norteña son pocas, a mí me lo parece, las iglesias, casi todas protestantes como es lógico en un país practicanteante todo de tal credo religioso.

Credo religioso aparteno puedo olvidar la maravillosa catedral gótica más al norte del mundo, Nidaros Cathedral, situada en la ciudad de Trondheim, ni el mojón o monolitoen su territorio frontal donde se indica K0, momento en el cual una, acertada o confundidamente, se lanza hasta el kilómetro cero de la Puerta del Sol, siempre muy grabado en nuestra mente. Tampoco pongo en el olvido la iglesia vieja de Alta con su cementerio, sencillo, como antes aquí, a su alrededor, ni tampoco en la misma Alta la espectacular iglesia nueva parecida externamente a un edificio moderno de Dubai conocida por la Catedral de las Luces del Norte. En ella destaca un Cristo grande, una escalera en madera y algo que aquí no sucede, al menos yo no lo he visto,una cafetería previo a entrar. Afuera, en ese momento, llamaban la atención unas azulonas petunias. No demasiado lejos sobresalía la iglesia moderna o Catedral del Ártico enla muy destacada ciudad de Tromso junto con la antigua hecha de madera.

Y tras este ligero toque eclesial cambiemos el asunto y digamos algo sobre Narvik, tan cercana a Suecia, pues 25 kilómetros lo testifican. Su paisaje verde, sus cascadas, un suave fiordo, su funicular (Tromso también cuenta con un teleférico) lo hacen atractivo. Tampoco arrojo al olvido las tripas del barco con las debidas explicaciones aportadas porel segundo jefe dela sala de control de máquinas Zeljo Vulovic, joven montenegrino practicante de un buen español y lamuy gesticulada explicación de Filip Vico, también montenegrino, segundo oficial del puente de mandos traducido por otros acompañantes pues desconocía nuestro idioma, pero sin problemas cara al futuro, pues con sus 25 años tan sólo tiene tiempo de aprenderlo y bien.

Prosigo con el pensamiento en este crucero con unos 600 tripulantes de más de 30 países y en torno a 1.600 pasajeros ante todo españoles. No resulta fácilpracticar el olvidode aquello que empuja nuestras emociones por vez primera exitosamente. No obstante puedo confirmar ya ahora que mi sueño no es la navegación. Hombre, eso no quita que realice algúno algunos cruceros más, pero el agua no es lo mío. Segura estoy. Me gusta reposar en tierra firme, escuchar carnavalescas charangas y tambores parecidos o guales a los de Calanda, arroyos, fuentes,gallos muy cantores,petirrojos alborotados, de no ser así prefiero las nubes, volar, volar.

Ah, en estas marinas vacaciones llegó mi santo, la Virgen del Carmen, 16 de julio, con algunas menos felicitaciones de lo habitual en el propio barco pero que sí recogieron en mi casa y con afectuoso detalle me entregaron a mi regreso a mí tan poco dada a efemérides y aniversarios. Tanto es así que en ocasiones han pasados tres o cuatro días cuando me percato de que ha sido mi cumpleaños. Sí, estaban ahí, en abundancia, puesla Virgen del Carmen es de gran nombradía si no que se lo pregunten a los pescadores españoles, su patrona, como he tenido ocasión de comprobar yo en Lastres, Asturias, cuando durante unas relativas vacaciones estivales, en mi época universitaria, hace años, me hallaba trabajando para ganar unas pesetas con un matrimonio leonés llamados Norberto él, veterinario, y ella, Conchita, creo, con residencia fija en León, no sabría precisar si en la calle de Carmen, quienes con sus hijos, pequeños aún, veraneaban en Cármenes y luego en este bonito rincón asturiano. Aún veo la imagen en procesión sobre el mar, escucho las sirenas de los barcos y emocionantes sonidos. Tan singular y bonito espectáculo lo recordaré siempre.

El viaje ha sido tranquilo, quede claro.No obstante sucedió algo en principio inquietante al comenzar a airearse el rumor, luego verdadero, del accidente de un catamarán en las proximidades. Todo el mundo acudía a Internet menos yo, pues mi ‘patata’ seguía en igual estado pobretón. Desde la oficialidad nada se decía. Pero gracias a los entendidos y con buenos aparatos tecnológicos supimos queno había muertos ni heridos graves, ningún español y cinco franceses que fueron trasladados a un hospital a la universitaria Tromso. Yo, enseguida, mandé un Whatsapp a casa anunciándoles tranquilidad. Muy rápida me contestó Polina, mi hija, dándome las gracias porel aviso.

En estos momentos llaman a mi memoria dos rincones del buque Zenith de los cuales hasta ahora no he comentado nada. El primero es la biblioteca, pequeña, con cuatro llamativos butacones prolongados por unos pufs cuadrangulares dirigidos a la lectura confortable, pues te permitían estirar las piernas en alto, algo novedoso para mí. Luego había cuatro mesas con sus respectivas sillas y otras dos con ambosordenadores más otras sillas. Libros, pocos, en español no encontré, pero mira tú por dónde hallé una biografía de Joe Dimaggio, la gran figura de los New York Yankees, uno de los beisbolistas, junto con Babe Ruth, mejores del mundo, el que fuera esposo breve pero eternamente enamorado de la rubia de todas las épocas, Marilyn Monroe, quien hasta su muerte llevó rosas a su tumba, actitud bien distinta a la de su posterior esposo el dramaturgo Arthur Miller nada bueno con ella, Norma Jeane Baker, huérfana violada a los nueve años, según recoge el nicaragüense premio Reina Sofía de Poesía, Ernesto Cardenal en el poema ‘Oración por Marilyn Monroe’. El libro, escrito por Richard Ben Cramer, como el título previene, JoeDimaggio. The Hero’s Life, estaba escrito en inglés y aunque desconozco tal idiomale dediqué un tiempo considerable, enterándome por las fotos ante todo de varios momentos en su vida y la de la célebrerubia. A veces, ahora estoy convencida, puede no ser despreciable un libro escrito en otra lengua desconocida por una. El otro recinto se hallaa su lado, pequeño también, separado por una pared acristalada. Una sala de cartas más ruidosa que la muy sigilosa biblioteca.

Llegados a esta altura narrativa centrada en el comentado periplo marítimo o expedición al Círculo Polar Ártico, soy consciente de que me restan por desarrollar debidamente algunos flecos importantes, como es el haber omitido que en la rusa Murmanskla medicina desaconseja vivir allí más de quince años por la contaminación radioactiva existente o la inclinación por el mundo de los bebés reflejados en diversos sitios. Buen ejemplo es el pueblecito de la tan visitada playa de Hau Land, dondeun interesante cartel ofrece un decálogo medioambiental. Pues bien, tal vez la casita más pequeña del pueblo, en una pared lateral, alguien con buen gusto y mirada tan tierna como exquisita ha pintado bellamente la imagen de dos bebés hermosísimos. Vamos, de esos que decimos que están para comerse. Otro bebé atractivo asimismo es el reflejado en la escultura horizontal existente en la ciudad de Narvik en la cual figura la inscripción «Fred er lofte om premtid», algo así como «la paz es la promesa y el futuro». Y hablando, precisamente, de niños, en el puerto de Narvik, tan cercana a Suecia, recuerdo, se observan muchos barcos cargueros. Desconozco la razón, sin embargo mi vista se deteníauna y otra vez en el buque cargo Lordship de Monrovia. Monrovia, Monrovia, mejor, Liberia, Liberia, la luz espesa de tu miseria requiere más que una limosna, sobre todo para esos numerosos niños abandonados en la calle atrapados por la delincuencia para subsistir; niños, sin duda, en nada parecidos a los habitantes de las bonitas casas coloridas en torno al río Nidelva en Trondheim. Solicito que alguien me enseñe a rezar. Esta tristeza me pertenece. El abandono que alimenta la violencia igual.

No, no me he olvidado. Pullmantur Cruceros, su anunciada presencia, se mantiene viva en las actuales líneas y no para bien de la potente empresa. La comentada callada por respuesta en Polo Norte (II) del departamento de comunicación se mantiene, persevera, pero yo también persevero en mi postura de hacerlo público. Por si alguien no lo recuerda bien explico que mi solicitud del 17/07, 22:14 de julio al departamento de prensa de la empresa Pullmantur Cruceros para hacer una entrevista al capitán del buque Zenith, el griego Dionyssios Koutsoukalis, procedente en sus inicios de la marina militar no fue respondida nunca, pese a algunos educados recordatorios. O sea, prevalece el silencio, algo impropio, carente de buen proceder, cortedad de miras, buenas maneras e incoherencia con su atractiva publicidad. En fin, aunque sólo sea por educación debería contestar, pero cierto: las apariencias, en ocasiones como ahora, engañan. Pero, bien pensado: ¿qué se puede esperar de una compañía que el pasado cuatro de agosto ha dejado tirados en el aeropuerto de Barcelona-El Prat a 150 viajeros, que mira tú por dónde también iban a coger en Trondheim el ya familiar en este escrito buque Zenith para emprender un crucero semanal por los fiordos sin ofrecerles una debida explicación durante siete horas? Por supuesto, les haré llegar esta anunciada y difundida publicación. Y eso, señores responsables de Pullmantur Cruceros en ningún caso los favorece.

Ah, ya no me acordaba, he abandonado mi ‘patata’. Espero que el teléfono móvil ahora adquirido sea más atento conmigo.
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