26/05/2021
 Actualizado a 26/05/2021
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Ya está la huerta preparada. Los últimos días no han sido en balde para mi padre, que a base de azadón ha ido componiendo los surcos que tantas alegrías han de darnos en pocos meses. La recompensa a tanto esfuerzo tardará unas semanas en llegar, cuando las plantas de calabacín empiecen a echar esas flores de color de yema que no se sacian de producir en todo el verano. Poco les queda a las plantas de tomate en los semilleros. Tienen los días contados para enraizarse a la tierra los botones de fuego, los pimientos de tres venas y los de cuatro morros. En esos tintes internacionales que presentan ahora los huertos no faltarán los pimientos italianos ni los del Padrón como tampoco nos quedaremos sin los sabrosos jalapeños ni sin guindillas navarras. Acelgas, berzas, coliflores y berenjenas compondrán el bodegón en el que no faltarán ni el brócoli, ni la coliflor, ni un buen cantero de lechugas. Puerros, calabazas y cebollas de varios tipos. ¡Qué maravilla! Quiero tanto a mi huerto como a mi gocho y a mi gente, que viene a ser lo mismo pues yo, que soy de tomar buena nota de aquello que me interesa, apunté un día que el agitador folclórico Rodrigo Cuevas había dicho que en esta vida hay que rodearse siempre de quienes tengan gocho. Yo añado también que de arrejuntarse a alguien, que tenga huerto. Que tirar de la mata y servir en el plato vale lo mismo que entrar en la hornera y levantar el brazo para sujetar con la izquierda un chorizo mientras con la derecha empuñamos la navaja para cortar el bramante que lo sujeta al varal. Ya no queda nada para apoyarme en la picona a esperar a que el agua llegue al final de surco con ese olor a humedad que eclipsa el calor del verano al caer la tarde. Y entre surcos no puedo por menos que acordarme de Juli, ‘la Churrera’, uno de los más emblemáticos personajes que se ha asomado a la ventana semanal del tío Ful. Ella fue a la Junta a pedir permiso para hacer un pozo a lo que le preguntaron qué quería sembrar en aquella finca. Tan salerosa como es ella, respondió después de una larga espera burocrática: «¡Pollas! ¡Que es lo que más falta os hace!». A ella y a unos cuantos más con huerto, y con gocho, les mandaba yo a La Moncloa a dar discursos, que allí lo que hace falta es una buena dosis de realidad para hacer pueblos con futuro. Pueblos con la gente de los pueblos orgullosos de ser de pueblo. Porque del discurso de Ana Iris Simón muchos hicieron como yo con el gocho de Cuevas, coger lo que les interesaba.
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