Política de intensivo

Carlos Fernández Morán
08/01/2022
 Actualizado a 08/01/2022
Lo que ha ocurrido esta semana a consecuencia de las declaraciones de Alberto Garzón no es más que el reflejo de la "política de intensivo" de este país, como brillantemente nos dibujaba mi amigo Lolo en una de sus viñetas de esta semana.

Política intensiva, insostenible, de hacinamiento en las macrociudadades, con unos políticos que se pisan los unos a los otros, políticos de pesebre, de crecimiento acelerado, de los que no ven más allá de sus pezuñas, en definitiva: política insostenible.

Lo que el ministro Garzón ha dicho esta semana no es más ni menos que una obviedad para la inmensa minoría de este país que formamos el mundo rural, esa España extensa, vaciada entre otras razones por la política intensiva.

La entrevista de Alberto Garzón no consistía en otra cosa que en decir una verdad irrefutable. Sólo de nuestros políticos cabría esperar ser tan torpes para ponerse frente a un micrófono a decir lo contrario, sacando pecho y tan convencidos de su necedad como para pedir además la dimisión de su compañero.

Señores políticos; esta semana nos habéis vuelto a demostrar, en primer lugar, que sólo respondéis a vuestros propios intereses, en segundo lugar que estáis hechos de un material tan endeble que sois capaces de armar el discurso con los argumentos más ridículos con tal de debilitar la figura de un rival político y en tercer lugar que desconocéis por completo la realidad rural. Vuestros asesores de campaña y de comunicación son quienes deberían dimitir.

Lo mínimo que esperamos de nuestros representantes es sentido común, además de algún conocimiento sobre uno de los pilares fundamentales de nuestra economía como lo es nuestro sector primario.

Durante más de 500 años la ganadería de extensivo fue el principal motor económico en la Montaña Leonesa. Pequeñas cabañas ganaderas que pastaban en valles y puertos de montaña dando trabajo, alimento y prosperidad a miles de familias que se repartían por todo el territorio, llegando incluso a los lugares más inhóspitos en busca de mejores pastos.

Vacas, caballos, cabras, ovejas, cerdos, burros, bueyes, mulas, animales de corral como los pollos, los gansos, los pavos o los conejos. Carne, embutidos, leche, derivados lácteos, lanas, pieles, forrajes, abonos... riqueza y recursos repartidos que desarrollaron pequeñas economías domésticas que perduraron durante siglos en esta provincia leonesa superando guerras, crisis, pestes, catástrofes... hasta hace apenas 50 años, cuando suficientes intereses se pusieron de acuerdo para acabar con ella.

La nuestra fue una ganadería sostenible, en equilibrio con el medio natural y que alcanzó un esplendor para nuestros ecosistemas que difícilmente volveremos a disfrutar. Una ganadería con sentido común, de calidad, en un territorio como es nuestra Montaña Leonesa al que la Unesco nos ha reconocido con 7 reservas de la biosfera, que no es otra cosa que el reconocimiento de la convivencia del desarrollo humano con el medio natural del que forma parte, donde los montañeses nos hemos convertido en los salvaguardas de uno de los territorios con mayor riqueza natural de España.

Hoy unos centenares de valientes ganaderos persisten, contra todo pronóstico, apostando por la ganadería de extensivo en nuestra Montaña Leonesa, con productos de altísima calidad que son el resultado del buen cuidado, del entendimiento, de la sabiduría popular, de la calidad de nuestros pastos y de nuestras aguas, de la pasión y del esfuerzo. Muchos de nuestros ganaderos han emprendiendo en un modelo de producto ecológico que es la envidia y el deseo de consumidores de todo el mundo, de los mejores restaurantes y tiendas gourmet, y sin embargo, a penas logran prosperar por culpa de la torpeza y de la ignorancia de quienes se sientan en los despachos a decidir sobre su futuro a cientos de kilómetros de distancia de la realidad.

El planeta nos grita sostenibilidad y nuestros políticos se abalanzan como hienas a un ministro que pide apostar por la ganadería extensiva. Resulta paradójico que al mismo tiempo pretenden instalar macroparques eólicos en nuestras reservas de la biosfera, todo un atentado a la naturaleza y a nuestro sentido común.

¡Qué macropolíticos tenemos! ¡Política extensiva ya!
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