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Polígonos industriales

07/12/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Ahora que lo de Vestas, sorprendentemente, parece que ha llegado a un buen puerto, nos hemos dado cuenta de que eso de la industria es algo verdaderamente importante y trascendente, que es necesaria en este mundo en que nos movemos, a pesar de la tradicional tendencia en España, y por supuesto aquí, a dejar eso para otros países o, en su caso, otras provincias.

Ya desde hace siglos, cuando tras el descubrimiento de América empezó a llegar el oro, la plata y todo lo demás, en lugar de promover la creación de empresas e industrias, nos dedicamos a enviar una buena parte a los países de Europa para que ellos, a su vez, nos lo devolvieran en forma de productos manufacturados, olvidando el promover el propio suministro. La otra buena parte se iba en las múltiples guerras propias y extrañas.

Durante siglos, holandeses, alemanes, ingleses y franceses desarrollaron, con nuestro dinero su propio sistema, mientras la gran España, dueña del mundo, era agrícola y ganadera. También comercial.

Y cuando llegó la revolución industrial, más de lo mismo. Mientras los demás países, ya con una base incipiente pero poderosa, se lanzaban en ese camino con todos sus beneficios y sus defectos, aquí seguíamos con el trigo, la lana y, porqué no decirlo, también con la pandereta, que eso sí que se nos ha dado siempre bien.

Y aún más adelante, y más próximo, no sólo en el tiempo, sino también en el espacio, cuando allá por los sesenta del siglo pasado, al señor López Rodó, artífice de la recuperación económica y crecimiento de este país y de su clase media, se le ocurrió que había que dar un empujón importante a la industrialización, creó aquello de los Polos de Desarrollo, aquí, en León, provincia de León, nos quedamos fuera de juego.

Porque, siendo León la provincia más grande, más poblada, más rica y más industrializada de la que hoy es nuestra comunidad, se perdió aquel tren.

Quizá los lectores recuerden lo que siempre se dijo de la Fasa, hoy Renault, que su sitio inicial de implantación era León, pero las cuatro fuerzas vivas dijeron que no, que humos y conflictos con los ‘obreros’, para ellos. Y para ellos fue, con todo lo demás.

Un tren que cogió Valladolid gracias a un alcalde listo y avispado, Santiago López, que se presentó en el Ministerio con un polígono industrial para gran industria ya preparado. Y allí se hizo el polo de desarrollo industrial, y no aquí, como hubiera sido lo lógico por situación geográfica en el noroeste y por condiciones de la propia provincia.

Y así, de toda aquella industria de porte nacional, de fabricación y no de servicios, mucho mayor y más importante que la por entonces había allí, en Valladolid, ¿qué queda ahora?

Pues queda que Valladolid es la industrial y León la agrícola y ganadera.

Y todo eso, a pesar de los múltiples polígonos industriales que, más o menos partir de los años 60-70, se generaron.

Hoy, si las cuentas no fallan, tenemos cerca de una treintena de ellos.

Para empezar, llamarles industriales es un poco excesivo. Con denominarlos comerciales probablemente estaríamos más cerca de su verdadero uso, pues, aparte de que raramente existen industrias como tales, sino más bien implantaciones de venta, exposición o talleres, se han proyectado, no siempre pero sí muy a menudo, con espacios que no permiten empresas de tamaño ni siquiera mediano, ni por dimensión de las parcelas ni por ancho y radio de los viales.

Y bien está que los espacios industriales, sean del tipo que sean, estén ordenados y separados de los residenciales. Por supuesto, sí, pero eso antes, no ahora. Antes, cuando era el principio. Cuando, al igual que Dios que creó el cielo y la tierra, López Rodó creó los polígonos industriales y el desarrollo.

De poco vale tener espacios, si no hay quien los ocupe.

En fin, esta es nuestra historia.

Por cierto, cambiando de tercio y arrimando el ascua a mi sardina.

Hace quince días, en esta misma página, planteaba si no se nos estaría dando gato por liebre con eso de restringir la circulación a los coches por la polución que producen, cuando su origen podría ser otro.

Mira por dónde, después de todo el numerito de Madrid Central y bla, bla, bla, se ha tenido que activar el protocolo anticontaminación.

A ver si resulta que no son los coches, que son, además, las calefacciones…
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