Poeta solitario, de mirada triste: Gilberto Ursinos

Por Carmen Busmayor

Carmen Busmayor
18/06/2022
 Actualizado a 18/06/2022
Gilberto Ursinos. | L.N.C.
Gilberto Ursinos. | L.N.C.
Amanece. Hoy, como nunca amanece ante el laurel, brillante , los cerezos apuntando el color de junio y las parras bien desarrolladas aunque un tanto tremolantes. Amanece. Han transcurrido cincuenta años desde que Gilberto Ursinos, nombrado también Gilberto Núñez Ursinos o Ursinos, sin más, para las voces locales o conocidas de su alfoz se ha apeado por voluntad propia del tren de la vida. Sin embargo el potro del alba hoy es bien distinto. El 1 de junio, casi al alcance de la mano todavía, ha cumplido, reitero, cincuenta años envuelto en el silencio horizontal en que reposan las gargantas de los muertos. Así lo ha aireado la prensa en general y las voces conocidas o amistosas del alfoz . Y hubo lágrimas de nuevo. Es más, se comentaba por el pueblo que su gran amigo el gato Parsifal, nombrado así seguramente por la admiración que el poeta de La Cábila sentía por el festival escénico sacro de Richard Wagner había huido veloz de casa y que el transistor que todas las noches sintonizaba Ursinos, el poeta joven de “rostro hermoso”, según decía su buen amigo Antonio Pereira, para aprender idiomas que luego practicaba con Parsifal se negaba totalmente a funcionar.

Amanece. Faltan horas bastantes para que la noche deposite su manto estelar sobre mis hombros. Lejos estoy de la protección otorgada a los inocentes. Puede que lleve, incluso , conmigo el fatalismo de lo inevitable.

Amanece, digo e insisto pero tu ya no estás. Cincuenta años marcan las sombras de los álamos del río y el rumor imperecedero del agua , paisajes que cierran heridas de amor sin solicitar nada a cambio.

Amanece. Una persona detallosa me ha contado que próximo el resplandor de los ahorcados visitaste a Emilio, el panadero, padre de Juan Carlos Mestre, y que le entregaste un hatillo de libros para el hijo, quien a tu lado escribía sus versos principiantes. Entre ellos figuraba la gamonediana Sublevación inmóvil. Era tu amigo e inicial discípulo. No tardarías demasiado en ahorcarte. ¿Por qué lo hiciste? ¿Había tanta desventura en tu vida? Difícil saberlo. Como indica Albert Camus en ‘Le mythe de Sisyohe’ el suicidio es un fenómeno muy complejo: "Il n' y a qu' n problème vraiment sériux : c'est le suicide". Parecido hace Joaquín Leguina en ‘Malvadas y Virtuosas’: !Un suicidio es, seguramente, un fracaso, pero un fracaso ante qué, ante quién", o Aurelio González Ovies cuando afirma con rotundidad aplastante: "Nunca estaréis tan solos como el suicidio".

Amanece. Hace poco, en concreto el día once, se celebró en Villafranca un homenaje a tu persona por el cincuenta aniversario de tu fallecimiento. Muchos fueron los intervinientes, hasta yo que no figuraba en el cartel. Al final la Fundación Antonio Pereira (Toñín hace un tiempo pasea con Úrsula por otro territorio) regaló a los presentes una antología de toda tu poesía en edición de 250 ejemplares totalmente numerada e idéntica a la realizada también por el sello Eolas ediciones para los noventa años de Gamoneda, quien no pudo asistir y se vino para aquí en forma de WhatsApp, que ahora se lleva mucho tal invento. Mestrín, acompañado por un muy joven poeta madrileño llamado Mario Obrero vino desde Madrid (brillante como siempre). Ah, no te comenté que el hijo de Esperancita Mestre estuvo muy malín por el Coronavirus en la UCI de un hospital madrileño pero remontó y ya se encuentra casi bien del todo. Quien también estaba era Beti, la única hermana existente de Toñín Pereira, tan simpática como siempre. Sus hijos Joaquín, director de la Fundación y Eduardo, el latinista que decía el tío asimismo andaban por allí. Por supuesto, Mestrín relató la manifestación convocada por ti debida a la subida de una peseta en la entrada del cine. Entonces brotaron las risas en el pórtico de los labios. Entre ellas la de José Manuel Pereira Vega, actual alcalde y la de Miguel Á. Varela, director del teatro Bérgidum de Ponferrada e idóneo presentador del acto.

Amanece. A continuación y para concluir escribo en estas páginas el poema ‘Entre la tarde y el viento’, de mi autoría. Se halla publicado en el libro ‘Historias de la fatal ocasión’ (Calambur, Madrid, 2008). Dicho poemario se centra en escritores suicidas todos (Hernest Heminway, Emilio Salgary, José Agustín Goytisolo, Vladimir Mayakovski, Violeta Parra, Virginia Woolf, Paul Celan, Alfonsina Estorni, Thomas Chatterton, Leopoldo Lugones, Yukio Mishima, Silvia Plath…) en esta ocasión dicho poema se centra en Gilberto Ursinos…).

Entre la tarde y el viento
Entre la tarde y el viento,
entre la luz y sus racimos,
entre los alrededores del tedio
y la entronización del hambre
de quien busca perpetuo acomodo
bajo los soportales,
entre las fuentes de la duda y las cosechas
de imantada alegría,
entre la adulación de los cobardes
y la impiedad de quien sombra noche
y dolor sin tregua en los sobrados
de melancolía,
entre los ruiseñores de la alameda
y los veloces pasos de la nieve
que entra el perfil de las viñas,
entre el Burbia y el Valcarce
que nunca piden prisa,
entre la mesa de los mayos y el don
impoluto de la transparencia,
entre el péndulo del reloj y mi vida,
no regresarás de amar el suicidio.
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