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Plurinacionalidades históricas

07/12/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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"De Castilla se hizo España" una vez y ahora quiere rehacerla Podemos de Castilla, de León y de cualquier retazo que les dé visibilidad política. En unos pocos días Castilla y León ha pasado de ser una «comunidad histórica» a ejemplo de Estado plurinacional. Lo primero lo dijo Pablo Iglesias en una rueda de prensa en la que intentando contentar a todos ofendió a más de uno con una clasificación propia de naciones, nacionalidades y sentimientos populares que casaba bastante poco con los libros de historia. Lo segundo, lo de Castilla y León como ejemplo de Estado plurinacional, lo ha propuesto Pablo Fernández, que es el Pablo Iglesias de por aquí, asegurando que se había fraguado un proyecto común desde «la solidaridad y la fraternidad» y que había logrado superar las reticencias de algunas provincias. Lo curioso es que ambos defendían el mismo nuevo documento de Podemos, llamado ‘Conectar España’.

La comunidad autónoma de Castilla y León como ejemplo de éxito de Estado plurinacional. Esta misma región de tensiones constantes. La del ‘León solo’ en reivindicación perpetua y con representación en el parlamento autonómico. La que sujeta a duras penas el Condado de Treviño de los innumerables intentos de abandono. En la que Segovia soñó siempre con ser Madrid y Soria con ser alguien. Esta autonomía de abrazos forzados y ausencias señaladas cada 23 de abril y con sus instituciones en obsesiva pelea estéril por contagiar un sentimiento de comunidad. Aquí, la historia autonómica ha sido una etapa de progreso y modernización... pero nunca por una lazada de sentimientos. Aunque quizá a lo que se refería Pablo Fernández hablando de plurinacionalidad sea a León, que lo conoce mejor. Esta provincia donde conviven León capital, la terracampina leonesa y los montes casi gallegos de El Bierzo. Y así pueden seguir abriendo la matrioska de la heterogeneidad que vive en común, de su municipio a su barrio, hasta la plurinacionalidad ilimitada.

Esto de la plurinacionalidad parece haberse convertido en un comodín para los partidos que se han quedado fuera de juego en la crisis de Cataluña. Los plurinacionales no son ni españolistas ni independentistas. Es un concepto agradecido, tan sonoro como ambiguo. Lo utiliza el PSOE de Pedro Sánchez para acompañar su propuesta de reforma de la Constitución hacia un Estado federal asimétrico (descifren el jeroglífico). Se suma un Podemos en tierra de nadie en el desafío catalán intentando llenarlo de significado al acompañarlo de palabras bonitas. El partido morado incluso ha nombrado una Secretaria de Plurinacionalidad. Se llama Meri Pita y en una reciente entrevista respondía a la pregunta sobre qué iba a cambiar con su propuesta a nivel práctico: «Es un debate que tendrá que darse. Nos gustaría utilizar una nomenclatura mucho más fresca y más actual, por eso hablamos de plurinacionalidad». Es, sin duda alguna, el sólido modelo de país que necesita España.

Al fin y al cabo, todo queda en una guerra dialéctica, de «producto de marketing político» lo califica la experta constitucionalista Ana Carmona. Y eso que defender la unidad de España está ahora mucho mejor visto. Para ‘Conectar España’ proponen regiones con alto grado de autogobierno, que tengan capacidad para defender sus singularidades y que a la vez contribuyan a un proyecto común. Siento decirles que ya existen, se llaman Comunidades Autónomas y hacen aguas.
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