19/08/2022
 Actualizado a 19/08/2022
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Un estudio el ministerio de Agricultura, sobre ámbitos alimenticios de los españoles, ha revelado que en el sesenta y uno por ciento de las ocasiones de consumo hemos comido con plato único. Algunos podemos pensar, ¿pero todavía hay españoles que comen dos platos, postre y café? Me lo pregunto porque en esta sociedad que andamos un tanto a la carrera, que han cambiado los roles y ya no tenemos una cocinera en casa que nos ponga el plato en la mesa al llegar del trabajo, que por lo general no nos gusta cocinar o no nos gusta pasar demasiado tiempo en la cocina, y que no salimos todos los días a hacer la compra, lo de un plato único facilita mucho las cosas. Si ya cuesta planificar qué se come en la semana, más duro sería multiplicar al menos por dos si mantenemos la costumbre de comer con un primero y con un segundo. El plato único reduce también de forma considerable la vajilla que se necesita, que hay que ponerla, quitarla y lavarla, y que termina llenando el lavavajillas a pocos que se sean en la unidad familiar, así que también por el ahorro del trabajo de recoger y fregar, y si se quiere del ahorro energético ahora que está tan en boga, bien está comer un plato sólo. Comer un plato único no necesariamente significa comer menos variado, ni comer menos si el plato es contundente, ni comer productos de menor calidad. Otra modalidad, que nada tiene que ver con el plato único, es comer en un solo plato varios alimentos que se complementan entre sí, y no me refiero al ‘plato combinado’, me refiero a los contundentes menús que se sirven así en nuestro vecino país de Portugal, un país sorprendente donde también se come muy bien. El plato único ha llegado para quedarse y se terminará imponiendo también en los restaurantes de carretera, y contentos mientras no salga de un bote precocinado, pues con todos los respetos para el que fabrica los alimentos en bote, bien están si no hay otra cosa, o si el hambre aprieta. Esto es también una cuestión generacional, por eso cuando fallezca la generación de los que hoy ya son abuelos, no se comerán tres platos ni en las bodas de postín.
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