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Placer inigualable

09/04/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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Creo que hay poco museos en el mundo donde se puedan sentir tantas y tan profundas emociones como en el British Museum. Incluso para alguien que conozca Egipto, Grecia o Italia. Un golpe de suerte inesperado me ha regalado conocer este museo en soledad. Tanta, que me he podido permitir el lujo de ponerme frente a la Cariátide desubicada del Erecteion para desearle que sus ojos (condenados a no ver siquiera las esculturas del friso del Partenón situadas en una luminosa sala aledaña) vuelvan a ver alguna vez Atenas.O contemplar tan de cerca la piedra de Rosetta como para leer esos caracteres griegos de su texto fragmentado que a Champollion le valieron para desentrañar el enigma de la escritura jeroglífica. Una piedra que hoy nos descubre poemas que alguien compuso hace más de tres milenios: «Haz lo que te dicte tu corazón mientras estás vivo. Perfuma tu pelo, vístete con vestidos de fino lino». Nadie junto a mí al traspasar las puertas del palacio de Asurnasirpal II, custodiadas hoy por lamassu (animales alados con cabeza humana y cinco patas), para contemplar el esplendor del imperio asirio en el siglo IX a. C.Silencio en los pasillos adornados con relieves esculpidos en paneles de alabastro y piedra caliza de Nínive, de los palacios de Senaquerib y Asurbanipal, que en su día estuvieron decorados de llamativos colores y ladrillos vidriados. Todo el dolor de la leona herida en el relieve de la ritual cacería de los leones al alcance de la mano. Esa rara perfección en los rostros de los caballos, en las ruedas de los carros preparados para el combate… No hay en todo el British nada que merezca más la pena, me digo, que estos relieves asirios que jamás podrán volver a sus lugares de origen porque ya no existen. Que esas miles y miles de tablillas de arcilla cuajadas de signos cuneiformes que formaron parte de la que fue la mayor biblioteca de su tiempo, la de Asurbanipal. Cierro los ojos frente a la tablilla de Venus de Ammisduqa, que recoge observaciones astronómicas realizadas sobre Venus a lo largo de 21 años en el siglo XVII a. C.y me felicito de que la vida me haya proporcionado este placer inigualable.
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