Pista libre para despegar: una montaña a dos velocidades

Por Carlos Fernández Morán

Carlos Fernández Morán
09/09/2021
 Actualizado a 09/09/2021
| VICENTE GARCÍA
| VICENTE GARCÍA
"Ojalá pudiéramos sentir el mismo entusiasmo y optimismo en todos los municipios de la Montaña Leonesa, ojalá este empeño de unos pocos municipios por despegar hacia un nuevo horizonte pudiera ser replicado por todos los demás. Sin embargo, mientras unos vuelan ya a velocidad de crucero, otros continúan aparcados en la pista con la tripulación mirándose entre ellos y esperando instrucciones".

La Montaña Leonesa es una superficie de aproximadamente 4.300 kilómetros cuadrados, 37 municipios y 368 pedanías que ocupan la vertiente cantábrica leonesa desde las comarcas del Valle de Laciana y Omaña en la Montaña Occidental Leonesa hasta las comarcas de Tierra de la Reina y Valderrueda en la Montaña Oriental Leonesa.

Quienes vivimos en alguno de sus pueblos como quienes habéis disfrutado aquí parte de vuestras vacaciones este verano, hemos observado cómo un grupo de municipios se han lanzado a velocidad de crucero hacia un futuro próspero y de esperanza despertando de un largo período de adormecimiento e inactividad que ha durado casi tres décadas. Municipios que con los mismos recursos de siempre, cuando no menos, pero liderados por un conjunto de personas con capacidad de representación y proactivas que trabajan, a menudo sin ningún ánimo de lucro, por su prosperidad y por la de todos sus vecinos. Afortunadamente, además, muchos de ellos con iniciativas emprendedoras con las que consiguen fijar población y participar del desarrollo económico de sus comarcas, venciendo por fin los complejos del leonés que erróneamente desconfía de quien buscando la prosperidad de todos busca también legítimamente la suya, sorteando eso sí las zancadillas de quienes paradójicamente desconfían de aquel vecino que quiere proponer una mejora en el pueblo si con ella la calidad de vida de su vecino también mejora; entonces rotundamente se niegan, no vaya a ser que al vecino le vaya mejor que a nosotros.

Ojalá pudiéramos sentir el mismo entusiasmo y optimismo en todos los municipios de la Montaña Leonesa, ojalá este empeño de unos pocos municipios por despegar hacia un nuevo horizonte pudiera ser replicado por todos los demás. Sin embargo, mientras unos vuelan ya a velocidad de crucero, otros continúan aparcados en la pista con la tripulación mirándose entre ellos y esperando instrucciones.

Hay dos corrientes opuestas y preveo que en muy poco tiempo también enfrentadas. La primera es la optimista, la más incómoda, la de quienes compartiendo los mismos resultados en el análisis de cómo habían llegado hasta aquí están convencidos de las oportunidades y de los recursos de suspueblos, con los pies en la tierra sí y conscientes de las urgencias y necesidades, de las dificultades y de las amenazas, pero confiados en el resultado del esfuerzo, de la pasión, del trabajo ydel talento. La segunda es la pesimista y la más cómoda, es la de quienes promulgan una y otra vez el discurso pesimista y victimista de que cualquier tiempo pasado fue mejor, desquiciados en señalar culpables, aletargados por la tranquilidad que da pensar que la culpa de todo la tienen otros, vencidos por la frustración, atascados en la falta de iniciativas, de propuestas y de ideas.

Mientras los vecinos y visitantes de municipios como Sabero, Riaño, Maraña, Burón, Murias de Paredes, Boñar, San Emiliano o Villablino, incluida nuestra vecina Almanza,disfrutan de ferias, talleres, áreas recreativas, actividades deportivas, campeonatos, rutas, columpios y bancos gigantes, corros de Lucha Leonesa, ludotecas, jornadas culturales, recuperación del patrimonio, presentaciones, programas de radio y televisión, reconocimientos, concursosy un largo etcétera de actividades y propuestas para contribuir en el desarrollo y la promoción de sus localidades, otros municipios agonizan en el sopor de un verano donde lo único que se espera es el invierno.

De un lado están quienes ruedan dando vueltas por las pistas del aeropuerto sin saber por qué cabecera tienen que despegar. Del otro lado están quienes ya vuelan.

A ninguno nos consuela el escepticismo que nos consolaba en el pasado, los complejos que durante mucho tiempo nos hicieron sentirnos inferiores a otras regiones de España cuando nos parecía que todo lo de fuera era mejor que lo de aquí. Ahora tenemos ejemplos de que lo nuestro vale tanto como lo de los demás, que estamos en una de las montañas que debería ser más importante en Europa y que otro futuro para nosotros es posible. ¿Quién iba a pensar hace sólo diez años que Riaño resurgiríabajo las aguas hasta convertirse de nuevo en uno de los principales atractivos turísticos de toda la Cordillera Cantábrica? Riaño ha sabido apoyarse en su gente, hombres y mujeres como Camino, Toño, Pelayo y muchos otros, liderados por Fernando, su alcalde, que ha sabido reunir el talento, valerse de la experiencia, de la pasión y del compromiso de su gente que son quienes mejor conocen las oportunidades y las dificultades de su territorio. Llevábamos años esperando que alguien aterrizase en la montaña con proyectos faraónicos y resulta que son los nuestros quienes de verdad pueden construir los pilares de un nuevo modelo de ser, de estar, de vivir y de trabajar en los pueblos.

Municipios que ponen en valor sus recursos, que abren nuevas vías de escalada en sus paredes de roca, que señalizan nuevas rutas en sus faedos, que promocionan sus zonas de baño de ríos y pozas, que apoyan y favorecen a sus alojamientos y restaurantes, que han aprendido a sacar rendimiento de sus embalses, que replican aquí los modelos de éxito que han observado en otros territorios similares al nuestro, que atraen nuevas empresas, que pelean por subvenciones y presupuestos, que buscan alternativas para seguir progresando durante el invierno y conseguir desestacionalizar su turismo conscientes de que es muy difícil vivir del sol y del verano cuando eres una de las cordilleras más meridionales de Europa.

Una nueva generación intenta abrirse paso. Una generación que fue alentada para irse a la ciudad en busca de un futuro más próspero. Unos nunca llegaron a irse y otros volvieron aquícon la esperanza de emprender un proyecto personal y profesional con el que asegurar honradamente su futuro. Gente emprendedora, con formación y talento que rompen con los estereotipos de que quienes se quedaron en el pueblo es porque no consiguieron subirse al tren a tiempo. Es la generación de Pepe Villa en Boñar, de Omar Rodríguez Bulnes en Maraña, de Javier Santiago en Almanza, de Sergio Díez de León Ruge, de Beni Rodríguez de La Pola de Gordón, de José María Escapa en Sabero, de Rosi de Geras de Gordón, de Gerardo en Sena de Luna, de Arsenio Rodríguez Presidente de la Asociación de Ganaderos de la Montaña Leonesa, de Roberto García director del Museo de la Siderurgia y de la Minería de Sabero, de Carmen Mallo que lleva décadas trabajando por Murias de Paredes y por el GAL Cuatro Valles, de Rubén Sánchez de Prioro, Juan en Lario, Noemí en Laciana, o como Paula de Abuelo Aïtalas que acaban de emprender en Sahechores de Rueda en la ribera del Esla un proyecto familiar, moderno y atrevido con el que han puesto su pueblo patas arriba sin perder los valores y la filosofía que les había llevado a convertirse en una empresa referente en el sector de la agroalimentación en nuestra provincia.

A estos pioneros, a estos valientes, les toca ahora enfrentarse a todos aquellos que llevaban toda una vida pronosticando que esto nunca iba a llegar. Nuestra ilusión y nuestra esperanza les hace sentir nerviosos, incómodos.

Nadie puede saber qué será de la España rural dentro de 50 años, de lo que sí podemos estar seguros es que de lo que ahora hagamos dependerá en buena medida lo que ocurra.

Pista libre para despegar.
Lo más leído