Imagen Juan María García Campal

Pinza y consciencia

20/01/2021
 Actualizado a 20/01/2021
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Pensándolo bien, no es tan insufrible tener la continua certeza de que «las horas de mis días son/ indeseado viaje en montaña rusa./ Corren de la mayor exaltación sensual/ por el sencillo hecho de estar consciente y vivo,/ a la más personal y vertiginosa inmersión/ en los íntimos infiernos». No, bien pensado, estos días han venido nuevamente a enseñarme que gracias a esta apasionada inestabilidad es como resisto la realidad, «tal que fuese alérgico al encefalograma plano,/ al imperturbable sosiego de la muerte en vida».

Cómo si no resistir la patochada de Pablo Iglesias el pasado domingo y reiteraciones posteriores –para mí que se le fue la pinza pragmática o se le disparó el cálculo electoral en su pausa valorativa– cuando comparó el exilio de Puigdemont con el de cientos de miles de republicanos españoles al final de la guerra incivil (íntimo infierno).

Escuchada la referencia y visto el vídeo de la entrevista, recordé la novela de Jesús Torbado ‘En el día de hoy’ («cautivo y desarmado el ejército faccioso») y, aún más, la memoria de la frase que el autor pone en boca de Indalecio Prieto cuando al responder a Hemingway a su pregunta «¿y por qué no escriben ustedes?» le contesta, entre otras cosas: «¿Quién va a hacernos caso? En España, cada cual lleva su propia sardina en el bolsillo y no cesa de arrimarle el ascua».

Ignoro si Iglesias conoce la novela de Torbado, premio Planeta de 1976. Mas él mismo debiera haberla ensoñado para poder admitir la comparación de la vergonzante fuga de Puigdemont con el hipotético exilio en Cuba del general superlativo Franco, pues a ambos igualaría un importante e imprescindible dato; que ambos, Puigdemont y Franco, Franco y Puigdemont, aunque de forma muy distinta e incomparable, confabularon contra un Estado democrático y de Derecho. Es lo malo de revisar la historia (sirva la acuñada denominación de «régimen del setenta y ocho») con afán de ascua a la sardina, que al final a uno se le mezclan churras con merinas y acaba no sabiendo cuál es su rebaño o, lo que es peor, confundiendo ciudadanía con rebaño.

Por fortuna –(…exaltación sensual/ por el sencillo hecho de estar consciente y vivo)– el pasado lunes, Alejandro Ruiz-Huerta, sobreviviente de la matanza de Atocha, recordaba en una entrevista radiofónica cómo «El consenso de la Transición se crea socialmente a partir de Atocha, ese día fue una clave para empezar a construir la democracia desde la misma base».

Lo dicho: pinza y consciencia.

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.
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