Imagen Juan María García Campal

Pintaron y pintan bastos

21/11/2018
 Actualizado a 13/09/2019
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No estuve en León el pasado día quince. Así que me vi eximido de tener que decidir mi asistencia a la entrega del V Premio Negrilla de oro, a la que amablemente fui invitado; a la manifestación por el futuro de León a la que, como ciudadano, fui convocado o a ninguna de las dos cosas, lo más probable.

No soy dado a las grandes conmemoraciones, salvo las que solemnizo en las reservadas habitaciones de la más íntima memoria. Prefiero las pequeñas alegres celebraciones hogareñas o callejeras que la vida en cada uno de sus días trae junto a sus correspondientes cruces –qué sería de las unas sin las otras, qué nos serviría para contrastar peso y medida de cada una de ellas–. Aun así, a veces las grandes conmemoraciones me llevan a las pequeñas alegres celebraciones. Caso reciente ha sido el reflexivo viaje provocado por el que será, el próximo día 28, quinto aniversario de la salida a los quioscos y también a la internet de este diario de León. Así, no sin sorpresa, al comprobar desde cuándo viene este aprendiz de escribidor colaborando con y en él, constató que, como el que no quiere, no eran los pensados dos años y poco, sino cuarenta de los sesenta meses que se cumplirán, es decir, dos tercios de su quinquenio de existencia. Y, cómo no, lo celebré y lo celebro. No es para menos, y más en mi caso, tener la suerte, mejor, privilegio, de ver semanalmente alguna de mis cavilaciones con respecto a varios asuntos publicadas en este periódico y, lo que es aún mejor, poder escribirlas con absoluta libertad de criterio y opinión. Casos sabe uno en este León de nuestros anhelos y desvelos en que a más de un colaborador le pintaron bastos a la hora de publicar su opinión, viéndola suspendida por palaciegas artes, leonesas nomenklaturas y editoriales periodísticas (no confundir con su masculina acepción). Si importante es la escritura, más lo es la libertad y poder escribir con libre mente, que diría Savater.

Con respecto a la manifestación y quizá por tenerme por adorador de la vida, soy más de medicinas preventivas que de lacrimosas rogativas ante las consentidas y previstas agonías. Además, seguro, no se notó mi ausencia. Al menos no como yo sentí la de parados en manifestaciones contra el paro, la de jubilados en defensa del sistema público de pensiones, la de enseñantes y estudiantes en defensa de la enseñanza pública… Por no decir, la de trabajadores en los festivos Primero de Mayo.

Cierto, pintan bastos, pero alguien los ha dado. A ver en la próxima mano, allá por mayo.
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