08/05/2022
 Actualizado a 08/05/2022
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La evolución de las especies dicta que será habitual en la segunda mitad del siglo XXI salir en pijama a la calle. Nos convertiremos, para horror de multitudes, en pijamers y no en zombis. Hasta entonces muchos varones vamos practicando el andar por casa con el pijama. Porque, si no, ¿de qué tanto estar todo el día en pijama?

Hay que ensayar la zancada con esa prenda porque los tiempos corren que se matan y en nada llega el momento de la verdad. Hace muy poco era impensable, si quiera, ponerse así antes de ir a la cama, astillas y carbones varios hubiesen tiznado pero que demasiado los marianos de nuestros abuelos y nuestros padres. Y ahora en prenda de fondo de armario ineludible se ha convertido el pijama, habiendo de ser decente, como era el que mi madre le tenía preparado siempre a mi abuela por si había que subir al hospital tras caída o desliz. Las semibatas frontales no eran una opción.

Así las cosas, cada uno de ustedes, varones, tendrá que decidir con qué tipo de pijama se siente más presentable (ellas lo tienen fácil en Oysho, pero para los hombres todo es muy sosete, así no se puede convertir uno en pijamer con presteza y gracia). Les adelanto que todas las opciones tienen alguna pega. El clásico de franela facilita que la bola campe a sus anchas sobre las superficies pijamiescas. Los de terciopelo rollo infantil revelan que todavía les gustan a ustedes los dulces esponjosos, que adoran los sobaos, que se pirran por los postrecitos lácteos del Mercachifle con una vuelta de tuerca, que son en exceso comodetes ustedes. Los de algodón de camiseta con mensaje o dibujo gracioso transforman al portador con el paso del tiempo en chiste malo andante. Están las camisas largas tipo camisón, frescas y oportunas para la peña a la que le aprieta todo y abandera el plan comando, pero hay que tener mucha personalidad para llevarlas con gracia. Los de chaqueta tipo sastre son los que más empaque dan, como el mío, de falsa seda muy ligera y estampado marino-vegetal. Pero no encontrarán uno igual, ya me aseguré de ello.

Lo siguiente sería estudiar el calzado. Pero me reservo el consejo de estilo para otra ocasión, no se les vaya a atragantar tanto fashionismo, o le cojan gusto y dejen de comprar la Esquire para leer los consejos de estilo y cierre otro kiosko más por mi culpa.
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