Picassos en el desván

18/05/2022
 Actualizado a 19/05/2022
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El gran maestro en tantas cosas, entre ellas la bonhomía, que fue Antonio Pereira acostumbraba a enredar algún cuento que parecía loco y la realidad acababa haciendo verdad o, generalmente, la superaba. Qué os voy a contar en qué quedó aquel erotismo diocesano que parecía literatura del destape y acabó pareciendo «cosucas de sueños húmedos», que él mismo decía y definía.

Entre los mundos que anunció estaba un cuento, que también hizo título de libro como ‘Picassos en el desván’. Un suelto de la prensa anunciaba que habían aparecido «tres picassos hallados en el trastero del difunto párroco de Priegue en el municipio pontevedrés de Nigrán». Ahí arrancaba una historia, novelesca claro, que llevó «al cura de Priegue al París de los hoteles con agua corriente y bidet mercando las obras por 28.000 pesetas», de la época claro.

Cuentos de Pereira.

Pero el tiempo provocó que apareciera no un suelto de prensa sino una noticia de titulares grandes: «Un electricista francés tenía un montón de picassos acumulados en el garaje» de su casa allá en la Provenza francesa.

Ya no eran cosas de Pereira pero sí se podía decir sin ningún temor a parecer exagerados que aparecieron los Picassos en el desván. Hacía pocos meses que se nos había ido Antonio, tendría que contárselo Úrsula, como tantas cosas, «que uno no puede estar en todo».

Claro que se cumplen los cuentos de don Antonio, el premio nobel por Villafranca del Bierzo que le decían a su padre en la ferretería. Tanto se cumplen que cada vez que se abre un desván me apunto a ser quién viaja al corazón del polvo y el olvido, convencido de que puede haber allí Picassos. Por más que si te falta fe te pueda parecer un maniquí o un balón sin niño que lo juegue.
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