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Petro, los niños, y la fe de Fátima

20/05/2023
 Actualizado a 20/05/2023
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Si no fuera porque es una tragedia luctuosa que a causa de un accidente aéreo en mitad de la selva amazónica, tres adultos hayan perdido la vida, entre los cuales, se encuentra la madre de cuatro de los ocupantes, unos pobres niños que Dios quiera, anden ahora mismo deambulando por la selva. Si no fuera por todo ello, el caso, por la falta de profesionalidad de algunos dirigentes, podría ser calificado de rocambolesco.

El pasado miércoles, Gustavo Petro, presidente de Colombia, anunciaba a bombo y platillo por canales varios, el final de la ‘Operación Esperanza’: los cuatro niños de la etnia uitoto, pueblo indígena de la Amazonía colombiana y peruana, habían sido milagrosamente hallados tras diecisiete días de incesante búsqueda. «Una alegría, para el país» anunciaba el mandatario colombiano por Twitter.

Las criaturas: Leslie de trece años, Solecni de nueve, Tien de cuatro, y el bebé Cristian Neryman de once meses, cuando se perpetró el accidente, acudían junto en una avioneta monomotor, especializada en vuelos extremos, junto con otras personas, a reunirse con su padre, cuando chocó contra un árbol. Su padre, Manuel Ranoque, gobernador del resguardo indígena de Puerto Zábato, un reducto de la Amazonía al que solo se puede acceder por aire o por medio acuático, seriamente amenazado por la pertinaz y nociva contaminación de mercurio fruto de una salvaje industrialización, había huido misteriosamente unos días antes por la amenaza de muerte de la guerrilla.

Pero, finalmente, la noticia del milagroso hallazgo de los desdichados huérfanos, ha resultado ser una noticia falsa. Según noticias de la BBC el presidente, una vez confirmada la falsedad tuvo «que matizarla». Rocambolesco.

Lo que tiene que ser difícil, es matizar la desesperación e impotencia de Fátima, la abuela que ya ha perdido a su hija, y sufre la incertidumbre sobre la situación de sus nietos. Cuántas vueltas sobre la almohada, si es que ha podido conciliar el sueño, desde el día que se segó la vida de su hija y fijó la vista la guadaña mortuoria sobre las cabezas de sus nietos.

Fátima se ha constituido en brújula familiar grabando un audio en español y en dialecto indígena en donde les pide a sus cuatro pequeños que si la escuchan, mantengan la calma y permanezcan en la zona: «Les pido su favor, tienen que estar quietos porque el Ejército los está buscando, si escuchan el micrófono, ellos los van a traer». El mensaje es reproducido una y otra vez desde los helicópteros de la Fuerza Aérea y el Ejército Nacional, mientras sobrevuelan como libélulas exploradoras el cielo de la ruta Araraucara.

A ver si Petro nos da una buena noticia pronto, esta vez de verdad.

Fátima, fe.
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