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¿Pero quién te ha hecho esto?

29/09/2019
 Actualizado a 29/09/2019
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Dicen que cuando ves a un tipo que habla solo mientras camina por la calle o está loco o está de obra. Yo añadiría que también se puede dar el caso de que sea director de un periódico, que tiene un poco de volverte loco y otro poco de estar de obra permanentemente. Cuando entras en la rueda de fontaneros, electricistas, albañiles y escayolistas, terminas marcándote monólogos en los que te dices a ti mismo todo lo que les dirías a ellos aprovechando que nadie te puede interrumpir, algo así como escribir una columna de opinión cuando caes en la rueda de periodistas, colaboradores, concejales, alcaldes, gabinetes... y sus correspondientes dramatizaciones. La frase más repetida cuando llega el profesional de turno a una obra es «¿pero quién te ha hecho esto?», a menudo rematada con un «¿cómo te han podido dejar esto así?». El recién llegado se vende mitad como víctima y mitad como salvador de un desaguisado que sólo él ve y que, en todos los casos, da igual que tenga que ver con la luz o con el agua, va a retrasar el ansiado final de la obra y, claro está, te va a suponer un sobrecoste con el que no contabas. Es como lo de tener ir a trabajar: a veces lo peor de todo es que encima tienes que dar las gracias. En política viene ocurriendo últimamente algo parecido. La demonización de nuestros políticos, a los que ahora hay que mirar hasta los renglones torcidos de sus exámenes de Primaria y a los que se les exige que sean al menos tan pobres como tú, ha convertido la gestión pública en una suerte de aquellos cómics de Pepe Gotera y Otilio, Manolo y Benito en su versión televisiva de los noventa. El cambio de poder en algunas instituciones traía la esperanza de que se levantaran algunas alfombras, pero a la hora de la verdad parece como si temieran que todo se llene de polvo. Al parecer, la regeneración era esto. Los nuevos dirigentes se apuntan al discurso de los albañiles, a sólo un paso de hablar con el palillo entre los dientes, y en sus declaraciones, detrás de la repetida «herencia recibida», parecen preguntarnos: «¿Pero quién os ha hecho esto? ¿Cómo os han podido dejar esto así?». Automáticamente, ya sabemos que el asunto nos va a costar más dinero y va a tardar en solucionarse más de lo esperado. En la mayoría de los casos ellos ya estaban antes en la obra, aunque fuera mirando desde el tendido y opinando como hacen los jubilados, pero ahora se sorprenden de lo que se encuentran para intentar convertirse al mismo tiempo problema y solución. En León, ya sabe, vamos un paso más allá. PP y PSOEno sólo hablan de «la herencia recibida» sino que tienen el aplomo de culparse de vivir de las rentas del otro, aunque una parte de esas rentas no deben de ser gananciales y se olvidan, por ejemplo, de esos intangibles que entre los dos nos han dejado en herencia: sólo en los últimos seis meses, desde las últimas elecciones, la provincia ha perdido 1.500 electores, y eso a pesar de que ha ganado 1.800 nuevos votantes que han cumplido 18 años en ese periodo. Supongo que lo celebren: así tienen que convencer a menos gente. También en Madrid, con tanto preguntarnos una y otra vez quién queremos que gobierne, recuerdan a aquel genial albañil que se inventó Javier Fesser en ‘El secdleto de la tlompeta’ y que se pasaba todo el cortometraje construyendo una barbacoa, amartillando al personal con preguntas del tipo: «¿Las esquinas se las dejo a falsa escuadra, que quedan muy bien, o paso el borde con el dedo, que no es lo más académico pero tampoco nadie se va a dar cuenta?». Al final, lo que pretenden todos ellos es que, con tal de dejar de escucharles, terminemos por decirles que hagan básicamente lo que les salga de los cojones, que es lo que buscaban desde el principio y lo que no podemos consentir para que no se salgan con la suya.
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