11/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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La palabra ‘lúpulo’, dicha en latín macarrónico, nos evocaría el diminutivo de ‘lupus’, lobezno. Aunque en León y en la Ribera del Órbigo, se entiende otra cosa: una flor, sin la cual la cerveza sería como al agua de fregar.

Su olor, sus delicadas flores y las laboriosas manos, son parte de nuestra memoria colectiva. Cuando hacia finales de agosto, la gente, por necesidad o por ganar unas pesetillas para gastar en las fiestas de los pueblos, acudía a ‘pelar lúpulo’.

Años después, como en tantos ámbitos, llegaron las máquinas peladoras, los secaderos y el hecho de que los cultivos desaparecieran. Aunque, las cervezas que bebíamos en las fiestas seguían saliendo al mercado, en abundancia. La desaparición del lúpulo pudo deberse al escaso beneficio para tanto trabajo, la importación por las normas de la UE. Otras causas podrían achacarse a la climatología, como este año, en el buena parte de la cosecha se perdió. Pero eso no sería tan inconveniente, teniendo en cuenta que las tormentas han sacudido todo el país; arrasando olivares, naranjos, ciruelos –sin guasa– o cirujales, como se dice en leonés.

De todas formas, de un tiempo acá, hemos visto cómo en la Ribera de Carrizo, han vuelto los postes y las trepas, en un imposible equilibrio… para que la pequeña planta se encaramara, en busca del sol y el aire limpio que baja de la Cepeda. Es de creer que, cuando un labrador se lanza a esta aventura, sea porque ve en ella cierta rentabilidad y futuro; porque levantar tal entramado, aparte de dificultoso, tiene un elevado coste y no se hace tal inversión, ni trabajo para cambiarlo en unos meses por la remolacha, el maíz o la patata. Al menos eso esperamos.

Pero, teniendo en casa los ingredientes: manantiales de agua limpia y fresca, vastas extensiones de cebada y otros cereales, más el lúpulo aromático, me resulta inconcebible que no se halla asentado en la provincia ninguna de las grandes cerveceras nacionales. Si la labor del campo crea riqueza, un valor añadido sería la fabricación y manufacturación de estos productos en la zona de origen.

A empresarios y políticos correspondería la iniciativa en favor de la provincia. Los agricultores cumplen y nosotros también, bebiendo cervezas con cualquier disculpa, aún a coste de echar a perder nuestro ‘look’, con una considerable barriga.
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