28/03/2022
 Actualizado a 28/03/2022
Guardar
Los físicos de ahora andan enredados con lo del ‘pelo cuántico’ que es el rastro que deja la materia que colapsa y forma el agujero negro y es la única información que nos queda de aquella. Pero, estos momentos de desasosiego total por culpa de la guerra en Ucrania, el pelo cuántico, ¿a quién le importa? Ya lo dejó dicho el mismísimo Stephen Hawking: «Los agujeros negros no son tan negros». Cosa muy difícil de mantener viendo esos millones de refugiados que salen de Ucrania extendiéndose por toda Europa. Se deshacen en un agujero negro, pero dejando un rastro inequívoco de su pasado y de su tierra natal.

Escribe Tehodor Kallifatides en su‘Lo pasado no es un sueño que: «La emigración era una especie de suicidio». Y lo dice alguien, un griego, que como tantos de sus compatriotas a lo largo del siglo XX, después de la II guerra mundial y las guerras civiles propias, optaron por irse de aquel paraíso mediterráneo, y buscar sosiego y tranquilidad (y supervivencia) en países del norte, mucho más fríos e inhóspitos.

La emigración, efectivamente, es caer en un agujero negro y ser absorbidos por el desasosiego y la inquietud, que son como una cloaca que vaya uno a saber dónde irá a parar. El desgarro vital puede verse estos días en los rostros de los ucranianos que abandonan su patria, huyendo del vapuleo del criminal de guerra ruso, Vladimir Putin, al que así califica el presidente americano. Mujeres y niños asustados, en cuyos grandes ojos puede clarearse la decepción humana de quien se siente de pronto abandonado por la suerte. ¿Volveremos algún día? ¿Qué será de los que dejamos? Y sobre todo: ¿Por qué a nosotros? ¿Qué hemos hecho?

El sencillo lenguaje de la infancia, a estos desgarros lo llamaba «pelos en la gatera» y aunque ahora los jóvenes no puedan hilarlo bien, aquello aludía a cuando un animal logra colarse por un agujero estrecho, pero dejando muestras de su pelaje, al «restregarse» con dificultad. Pasará el tiempo y ese pelo será lo único que los pueda delatar. Y científicos habrá que busquen en el futuro, analizando esos restos, qué clase de ideales y de sueños tuvieron antes de partir.

Aunque mucho me temo que no encuentren nada que no sea dolor. Pero, como escribe nuestra gran Ana Merino en su nueva novela ‘Amigo’ de reciente aparición: «Siempre habrá alguien dispuesto a apretar el gatillo y robarle la vida a otra persona». Sobre todo si esta intenta colarse en un lugar lleno de litio, el mineral más caro hoy día que el mismísimo oro de ley.
Lo más leído