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Pedanía de Cabañas (I)

19/01/2015
 Actualizado a 12/09/2019
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Ahora que tengo tiempo para buscar y rebuscar cosas y redacciones sobre hechos curiosos de la zona sur de León disfruto de lo lindo cuando encuentro viejos documentos. En este caso se trata del asentamiento oficial sobre papel de las propiedades geográficas y productoras que tenía en el último cuarto del siglo XVIII la pedanía de Cabañas, perteneciente al municipio de Valencia de Don Juan. Señala el escrito del día 9 de febrero de 1753 que «ante el licenciado, José Aguado y el cura párroco, Bartholomé de Guerra Merino, se reunieron agrimensores de Fresno y la villa de Valencia quienes recibieron juramento por el nombre de Dios Nuestro Señor y una señal de Cruz en forma de Derecho para determinar las propiedades de Cabañas de los Oteros». En otros textos se asegura que la titularidad de Cabañas de los Oteros podía proceder del hecho de que los potentes toros bravos de la cercana ganadería de la zona de Villaonillos, temidos en las corridas que se programaban en aquellos años en la plaza mayor de Madrid, enclavada en el municipio de Pajares de los Oteros, se desplazaban todas las jornadas a beber las limpias aguas del Esla a su paso por Cabañas y Fresno. Los agrimensores medían entonces por leguas y varas para determinar la superficie exacta de Cabañas, gran parte de ella ocupada por viñedos y huertas cercadas, además de holmares y negrilleras. El patrón de medida en la generalidad de los terrenos era la emina que constaba de cien palos y cada uno de estos de catorce cuartas, mientras que los viñedos se medían por cuartas, midiendo cada una 125 cepas y cuatro cuartijones. Señalan los legajos antiguos sobre Cabañas que existían impuestos y derechos de diezmo, primicia y voto y que los diezmos que devengaban los huertos «de dentro» pertenecían por entero al cura, Manuel Fuertes, y los otros diezmos se dividían en partes iguales, una para el citado sacerdote y las otras para el obispo de Oviedo, el hospital de la Villa de Valencia y al marqués de Villasinda. Estos diezmos se pagaban con trigo, cebada, centeno y cántaros de mosto. También el único colmenero existente en el lugar, Antonio Crespo, pagaba los diezmos mediante una paga de miel por cada colmena así como cera para velas. (Continuará)
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