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Pedalear para los ricos

24/10/2021
 Actualizado a 24/10/2021
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La energía es curiosísima. El hecho de vivir en un mundo hipertecnologizado nos ha privado de la antigua fascinación que existía en la época en que Galvani empezó a aplicar corrientes eléctricas en ancas de rana. Ahora vivimos dependiendo de turbinas que hacen que nuestros móviles funcionen y que a través de ellos podamos pedir disculpas a quien hemos hecho daño. Así resulta imposible pararse un momento y maravillarse de semejantes hallazgos.

Es interesante cómo, al hablar de electricidad, los efectos coinciden con las causas. Una resistencia enchufada produce calor, del mismo modo que el calor que desprende una pieza de plutonio 238 alimenta los circuitos de una sonda espacial que explora los confines del sistema solar. Hay quien contempla estas cosas como quien mira un caballo estabulado todos los días. Los humanos hemos domesticado a uno y a otra –el caballo y la energía–, pero el asombro –la belleza de una criatura increíble, la ‘magia’ de un avance casi irreal– sigue ahí, esperando salir.

Recuerdo que en un festival de música electrónica que se hizo en Madrid Arena había un escenario en el que la pista estaba cubierta por una capa que transformaba el impacto de los pies de los asistentes al bailar en electricidad para los equipos de luces y sonido. Fantaseaba con la idea de que si aquello era un muermo y los DJs no conseguían que la peñita se animase no se oiría ni vería nada, pero finalmente aquel anuncio era más folklore que otra cosa.

La imagen me vino a la cabeza cuando esta semana vi que Coldplay había dado un concierto para los duques de Cambridge en el Alexandra Palace con motivo de la presentación de los premios Earthshot para la protección del medio ambiente. Los asistentes tenían que vestir prendas ecológicas y nadie podía llegar a Londres en avión. Pero, sobre todo, había 60 personas pedaleando en bicicletas estáticas para producir la electricidad necesaria para que todo el sarao ‘furrulase’.

Es decir, que la solución para salvar el planeta es que gente obscenísimamente rica haga fiestas sólo para ellos, atendidos por plebe en condiciones de trabajo que ensalzan la semiesclavitud. Está el precio de la energía disparado, mientras el Poder mira para otro lado o nos dice que este invierno más mantitas y menos calefacción… y todavía hay que contemplar el espectáculo de ese mismo Poder celebrándose a sí mismo. Ante escenas así uno sospecha que en realidad todo es una operación encubierta de las petroleras para desacreditar el ecologismo bienintencionado de Coldplay y sus amigos de la monarquía.
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