15/03/2020
 Actualizado a 15/03/2020
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La cuarentena esconde una oportunidad al fondo de su inquietante y peligroso origen. Porque nos puede revelar algunas verdades ahora que el tiempo se detiene, y que la ciudad adquiere otro ritmo. Secreto, profundo y lento. El obligado enclaustramiento en el domicilio abre unas posibilidades con las que no contábamos. Favorece el estrechar vínculos con la familia, tener mucho tiempo para los niños, para los ancianos, para todos. Igualmente, ofrece un nuevo escenario para la cultura. Muy especialmente para leer, no solo para los incontables entretenimientos audiovisuales, que también cumplen su necesario papel. Porque la cuarentena será larga, y las horas pasan muy despacio.

Leer. Eso que se dice pero que no se hace en la medida de lo deseable. O que ni siquiera se dice porque se considera algo raro y lejano. Pues bien, la cuarentena es un momento ideal para romper esos tabúes, para abrir un libro. Para descubrir la raigal importancia de la lectura, herramienta clave e insustituible para el desarrollo del espíritu, del conocimiento y la sensibilidad. Tesoro infinito de la memoria, la imaginación y el lenguaje. Camino hacia nosotros mismos, también hacia la felicidad y la búsqueda y el compromiso. Naturalmente, me refiero a la buena y gran literatura, ya sea poesía, ensayo o narrativa. No es tan difícil diferenciar entre el oro y la hojalata de la palabra escrita.

Pero no solo la cultura encuentra en la cuarentena una imprevista aliada. Hay otras verdades que esta situación excepcional favorece. Pensemos en la idea de España, en la Constitución. Después de varios años de ruido atroz separatista, de discursos infames y mentirosos y de prácticas ilegales, sucede que España existe, vaya que si existe. Y que ante la mayor emergencia que ha vivido el país desde la guerra civil, el gobierno de la nación asume su responsabilidad. El gobierno de los 47 millones de españoles. Unidos bajo las directrices de su legítimo presidente.

España está por encima de las trifulcas autonómicas, locales, sectoriales. España es un gran país que reacciona unido ante un problema inmenso. Que se va a superar, obviamente. Aquí cuentan poco los ridículos protagonismos regionales, las retóricas de tantos pelmazos y trapaceros. Aquí cuenta la Constitución, tan denostada antaño por quienes ahora dicen que se conforman con ser «modestos reformistas». La Constitución está detrás de todo, protegiendo a la ciudadanía, ofreciendo esperanza y fe. Alegría democrática.
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