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Peatonalizar Ordoño II

24/03/2017
 Actualizado a 13/09/2019
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Puede ser que, como la alcaldesa Carmena quiere peatonalizar la Gran Vía de Madrid, se ha generado un virus que, cosa de las ondas, cosa de la red, o vaya usted a saber qué, nos ha llegado aquí, aunque la flor se haya marchitado casi en un día, muriendo antes de nacer, en parte por no tener apoyo político y en parte porque los comerciantes y hosteleros no están muy por la labor.

En todo caso, realmente el intento merece un comentario.

En verdad que la circulación rodada es cada vez más agobiante, tanto que se va apropiando de las ciudades a pesar de que, más de una vez lo he escrito, las estamos diseñando para los vehículos, para que circulen y para que aparquen (y también para pagar por circular y para pagar por aparcar).

Así que, cuando se trata de recuperar espacios exclusivos para el sufrido peatón, la cosa se hace apetecible, aunque, como siempre, aparezcan luego los depredadores de ese espacio, especialmente en forma de ciclistas quejosos de que no se les respeta, cuando ellos, de forma inmisericorde, se saltan a la torera todo tipo de norma de circulación, aceras y peatonales incluidos (sobre todo).

Parece pues tentador peatonalizar Ordoño II, pero ni es tan sencillo, ni, en consecuencia, es tan barato como podría imaginarse, además de que, en todo caso, algún pelo ha de quedarse en la gatera, pues siempre habrá daños colaterales.

Porque no se trata simplemente de readaptar el pavimento, cortar la circulación y que los vehículos, siempre los coches, se vayan por donde puedan. No.

Hoy el volumen de vehículos no solamente es grande, es que cada vez es mayor, con crisis o sin crisis, y la demanda de viales y aparcamientos, va con ello.

Y también, aunque en menor medida porque esta ciudad es pequeña, el transporte alternativo que supla y facilite el acceso a la zona peatonalizada ha de ser reestructurado y necesariamente ampliado.

Y es que, para mayor complicación, esta ciudad tiene un problema histórico de estructura circulatoria, quizás porque su desarrollo, partiendo del núcleo histórico y extendiéndose especialmente hacia el Bernesga como barrera natural reforzada además por el ferrocarril, se ha hecho en no muchos años.

Y ese desarrollo, realizado a golpe de sectores uno al lado de otro, ha ido ampliando la ciudad de manera que esas nuevas áreas de manzanas, calles y espacios libres, si bien estabaninternamente ordenadas, prolongando viales, y dando continuidad a la trama urbana,no ha habido desde un principio una directriz general de desarrollo, así que, cuando se ha querido corregir, ya todo había ido demasiado lejos.

¿Faltó previsión? Es posible, o quizás nunca se pensó que una ciudad de poco más de veinte mil habitantes iba a llegar a los ciento treinta y pico mil.

Claro que eso pasó igual en Madrid y la mayoría de las ciudades de España. Aunque esto no sea ningún consuelo, y uno no puede por menos que maravillarse de cómo Barcelona en 1859 sí que lo vió y sí que lo arregló con el Plan del Sr. Cerdá que Dios glorifique. Y por eso Madrid tiene los problemas que tiene si peatonaliza la Gran Vía.

Lo cierto es que si se cierra al tráfico rodado una calle, y más si es principal, tal cual es el caso, ha de estudiarse muy bien cómo se va a ordenar el tráfico por el resto de viales. Y aquí, como en Madrid, eso es complicado.

Esta ciudad tiene una estructura de calles con un flujo relativamente claro (sólo relativamente) desde el norte hacia el sur y viceversa, paralelamente al Bernesga y quizás por eso mismo, y aunque no existe un vial único que permita de forma directa este tráfico, se puede realizar más o menos bien.

Pero de este a oeste la cosa es mucho más complicada, pues además de tener la carencia originada por el crecimiento ‘por sectores’ ya mencionado y la barrera que supone el río, la peatonalización del casco viejo ha agravado el problema. Y es una pena que el fenecido proyecto inicial de soterramiento del ferrocarril, por otra parte exagerado, nos privara de la proyectada prolongación de Lancia sobre el río, que sí que hubiera dado un eje limpio y claro de doble dirección y largo recorrido.

Y Ordoño II, es una arteria principal de oeste a este con difícil sustitución. Más aún cuando ahora se ha prolongado hasta el otro lado de la vía.

Esto significa que, de ejecutarse la peatonalización,el flujo que ahora va de Guzmán a la Plaza de Santo Domingo, y que se articula en ella,ha de circular por una calle paralela, Roa de la Vega por el norte y Lancia por el sur. Y ninguna de las dos son la panacea. De la primera mejor no hablar, pues su capacidad es muy limitada y más los días de mercado, y la segunda, Lancia, difícilmente podrá resolver la situación sin un reordenamiento del cruce de San Francisco, sobre todo en el giro a la izquierda, así como del aparcamiento ensus calzadas.

Y menos mal que el acceso a los aparcamientos subterráneos no plantean ningún problema pues se entra y se sale por fuera de la calle, además de que el de los vehículos de los residentes no es excesivamente importante ya que una buena mayoría de edificios no tienen sótano.

Luego hay una segunda parte que siempre aparece: los comerciantes no están de acuerdo.

Pero se equivocan.

Está archidemostrado que las peatonalizaciones tiene un efecto multiplicador de la actividad comercial, por una razón muy simple: son los peatones los que compran, no los vehículos.

Quizás amigo lector recuerdes la calle Ancha antes de ser peatonalizada. Si es así, creo que no se puede ni empezar a discutir cuando tenía más vida, antes o ahora.

Y entonces, cuando se iniciaron las obras, también recordaras sus quejas y sufrimientos, mesarse los cabellos y pedir mercedes, es decir, exenciones compensatorias y demás. Que se dieron, vaya si se dieron.

¿Qué pasaría si ahora se les dijera que se va a volver a abrir al tráfico? Pues que no, que ni hartos de vino.

Así que señores comerciantes y hosteleros, aceptemos que de ejecutarse las obras, pero solamente durante su ejecución, se producirían molestias, pero después, y para siempre…

Decía mi abuelo agricultor que para recoger primero hay que sembrar.

En definitiva, que entre todos la mataron y ella sola se murió.
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