23/07/2023
 Actualizado a 23/07/2023
Guardar
¡Chiquets!, lo de recorrer territorios como si fuésemos pioneros no es ecológico, por mucho que nos arrobe. Hacer kilómetros en transportes particulares satura a todo trapo de gases de efecto invernadero la troposfera, sean aquellos de autovía o millas de aerovía (de hecho, los aviones privados rollo Dassault Falcon, Gulfstream V o Cessna Citation aportan desinteresadamente la mitad de toda la porquería emitida por la muy contaminante aviación, pero a los mortales que no nos culpen por ello).

Se sabe que las autoridades, cuando no pueden frenar o moderar nuestros hábitos, lo que hacen es repercutir sus consecuencias en forma de ticket monetizador. Ese es el motivo por el que se ha decidido cobrar por el uso de las autovías, que estos días nos recuerdan sucederá a la vuelta del año. ‘Movilidad sostenible’ lo llaman los sutiles y ‘el que contamina paga’ los destemplados.

Advertidos estábamos de que nos iban a pasar la minuta, pero no por ello dolerán menos su pago ni su anticipación. Acostumbrados a que las aerolíneas nos subrayasen el montante de las tasas que abonamos por los servicios aeronáuticos, considerábamos sagrada, sin embargo, la carretera pública gratuita, por popular. Llevábamos entre mal y muy mal que nos apretasen por el uso de las autopistas de construcción privada y concesión eterna, pero apoquinar por rodar por autovías nos situará entre la furia y la cólera. Solo nos cabe esperar que el ente público que gestione esta nueva recaudación funcione pelín mejor que la desastrosa Aucalsa del Huerna.

Los flecos de la concepción fiscal que respalda este nuevo desembolso no serán demasiado problemáticos si se articula bien. Sería un error considerarlo un impuesto finalista (lo cual sería muy delicado) porque la idea no es el pago para mantenimiento (aun siendo grandísimas infraestructuras que suponen una inversión ingente y hay quienes no las disfrutan) sino como disuasión, que quizá consigan. Porque moverse puede volverse privativo de unos pocos.

Yo tenía el sueño jubileta de rotar por la Península con la estación del año, del invierno entre Madrid y Sevilla al maravilloso Mediterráneo primaveral, huyendo a las costa y Cordillera Cantábrica en verano para volver a las capitales de provincia en otoño. Y ahora lo veo lejano mientras siento el aliento en la nuca de las temperaturas inclementes por el artículo 33 de la carestía del transporte. Todo un vómito de perspectiva, para qué mentir.
Lo más leído