Paseando entre las estrellas

Lluvia de estrellas. Cualquier noche es buena para levantar la vista al cielo y ‘pasear’ entre las estrellas, pero es especialmente propicia si, en pleno verano, se puede además disfrutar de una lluvia de estrellas…

Xuasús González
12/08/2015
 Actualizado a 06/09/2019
Cualquier noche es buena para disfrutar de la astronomía. | Alberto Pisabarro
Cualquier noche es buena para disfrutar de la astronomía. | Alberto Pisabarro
Cada vez que uno mira al cielo, ‘descubre’ algo nuevo: una estrella que había pasado desapercibida, un meteoro –una estrella fugaz– capaz de dejarte boquiabierto… o un hermoso sueño del que no se quiere despertar.

Cualquier noche es buena, siempre que las nubes no entorpezcan el espectáculo que ofrece el sinfín de puntos luminosos que hay en el firmamento, y tanto mejor cuanto más nos alejemos de las luces de las ciudades.

Pero especialmente propicio resulta el tiempo de verano; no solo por motivos meramente astronómicos –que también–, sino porque las condiciones acompañan: las noches son mucho más agradables, y malo será que no se disponga de algún día de vacaciones en el que poder acostarse un poco más tarde de lo normal. Pero no quiere eso decir que el cielo de invierno no merezca la pena; al contrario. Aunque, eso sí, hay que abrigarse…

De constelación en constelación

Aunque no lo parezca, todas las estrellas que se ven –y otras miles que no se pueden ver a simple vista porque no brillan lo suficiente– forman parte de alguna de las 88 constelaciones en que se divide el firmamento, aunque no todas se puedan ver ni desde el mismo lugar del planeta, ni en el mismo momento del año. Quizá ese aspecto cambiante de la bóveda celeste sea lo que la hace, si cabe, aún más especial.

De todas formas, no será difícil Orientarse en el cielo, máxime cuando la tecnología lo ha puesto muy sencillo gracias, por ejemplo, a un buen número de páginas web –o, incluso, aplicaciones para el teléfono móvil– que sirven de guías celestes.

Quizá lo más sencillo sea comenzar buscando la constelación más famosa del cielo: la Osa Mayor, conocida popularmente como “el Carro” o “el Cazo”, pues a ello recuerda la forma que dibujan sus siete estrellas principales, dispuestas en un cuadrilátero al que se une un arco por uno de sus vértices.
Las dos estrellas del cuadrilátero del Carro opuestas al extremo del arco nos indican dónde se encuentra la Estrella Polar: en la misma dirección que la línea imaginaria que las une, aproximadamente cinco veces la distancia que las separa. Una Polar, dicho sea de paso, que forma parte de la Osa Menor, similar a la Mayor, pero más pequeña, invertida y mucho menos brillante.

En la época estival, tres estrellas destacan por encima del resto, formando el llamado Triángulo del Verano: Vega, de la constelación de la Lira, Deneb, del Cisne; y Altair, del Águila. Reconocer estas constelaciones, y otras muchas, será –a buen seguro– labor sencilla…

Mucho más que estrellas


Al principio todos los astros del cielo parececen estrellas –excepción hecha de la Luna, claro está– pero, en el firmamento, hay mucho más.
Cinco de los planetas –Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno– son visibles a simple vista en diferentes épocas del año, y se pueden confundir fácilmente con estrellas. Pero, si se presta atención, se identifican sin dificultad: no parpadean –a diferencia de las estrellas–, siempre se encuentran en alguna de las constelaciones del Zodiaco, y su posición varía considerablemente con respecto a las estrellas en apenas unos días.

Si se dispone de un telescopio, merece la pena apuntar a los planetas, que nos ofrecerán una visión muy diferente: las fases de Venus, los satélites de Júpiter o los anillos de Saturno son realmente llamativos. Aunque aún más vistosa resulta la Luna, con una superficie salpicada de cráteres, grandes regiones llanas –mares– y terrenos montañosos.

Otros objetos celestes –nebulosas, cúmulos, cometas, estrellas múltiples…– se encuentran ‘escondidos’ en el cielo, a la espera de que alguien los ‘visite’ con su telescopio. Huelga decir que merece la pena.

Las lágrimas de San Lorenzo


Observar un meteoro –una estrella fugaz– es, al menos, motivo de una sonrisa. Y más, aún, si no es algo aislado, sino que forma parte de una lluvia de meteoros –lluvia de estrellas–, dejando en el cielo llamativos aunque efímeros trazos de luz, producidos cuando pequeñas partículas que se encuentran en el medio interplanetario entran en contacto con la atmósfera terrestre y se ‘queman’. Es entonces cuando no se debe olvidar uno de pedir un deseo…
Quizá la lluvia más famosa sea la de las Perseidas, conocida también como las ‘Lágrimas de San Lorenzo’, en alusión al mártir que fue quemado vivo en una parrilla en el año 258, y cuya festividad se celebra el 10 de agosto.

Las Perseidas se deben a que la Tierra se ‘cruza’ con los restos del cometa 109P/Swift-Tuttle, y su periodo de visibilidad se prolonga durante más de un mes –desde mediados-finales de julio hasta finales de agosto–, aunque su máxima actividad se prevé en la noche del 12 al 13 de agosto. Este año, además, la Luna se encuentra muy próxima a su fase nueva, por lo que las condiciones para su observación son buenas.

Asociaciones de astrónomos


Aunque pesar de que la astronomía se puede disfrutar de forma individual, escudriñando el cielo cada uno por su cuenta, es mucho más recomendable acercarse a otra gente que comparte un mismo interés por el firmamento, y que están encantados de compartir sus conocimientos, su experiencia y sus medios.
La Asociación Leonesa de Astronomía y la Asociación Astronómica del Bierzo –las dos agrupaciones de astrónomos aficionados que existen en la provincia leonesa– son una buena forma de ir adentrándose en esta ciencia. Además, con motivo de las Perseidas, ambas asociaciones organizan observaciones públicas en la noche del miércoles 12 de agosto, una excelente ocasión para contactar con ellas.

La Asociación Leonesa de Astronomía abre las puertas del Observatorio Pedro Duque, situado en el Coto Escolar, a las diez de la noche, en una jornada de observación que ha sido denominada ‘Memorial José María Pérez Gómez’, en recuerdo del alma mater de la entidad, fallecido el pasado año.
Por su parte, la Asociación Astronómica del Bierzo se desplazará hasta el entorno del pantano de Bárcena, en la zona próxima a la estación de Cubillos, en donde arrancará la observación a las once de la noche.

En León, en el Bierzo, o en cualquier otro lugar, el protagonista esta noche es el mismo: el cielo. Téngase en cuenta para no faltar a la cita.
Archivado en
Lo más leído