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Pasar la revisión

14/10/2019
 Actualizado a 14/10/2019
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Por estas fechas nos toca pasar el reconocimiento médico, ir a la mutua a ver si todo está en orden para afrontar la llegada del otoño y el invierno. A mí siempre me ha parecido que es como pasar una ITV después del intenso verano y antes del frío y esas cosas.

No tengo aversión a las agujas, hipocondrías ni nada de eso, pero se me hace más bien aburrido, pienso que sería más divertido algo más poético y solemne si en lugar de soplar fuerte en el espirómetro nos pidieran expulsar nuestro último aliento o que luego con la espalda recta y las rodillas semiflexionadas levantásemos el peso del día a día bien pegadito al cuerpo. A las ocho treinta de la mañana, en ayunas, con un desayuno vikingo en el radar como motivo de felicidad más próximo, sería más divertido que tras apoyar la frente en la almohadilla y colocar los ojos sobre los visores, la doctora nos pidiera mirar al pasado, al presente y al futuro, en vez de a la tercera, la quinta o la última fila.

Estaría muy bien que en lugar del tubito de orina solicitaran, para ver cómo de cansados o de frescos estamos, la última gota del sudor de nuestra frente del día anterior o que al marchar te dieran el papel con el alta preventiva.

He de decir que este año parece que me han leído el pensamiento porque algo ya han mejorado en la clínica y han introducido un par de variaciones en la secuencia inamovible de pruebas a completar. Después de mirarme los oídos la doctora preguntó si hacía trabajos en altura.

Más bien en el barro, le contesté, pero no dijo nada. Volvió a la carga y preguntó si tenía riesgo biológico en mi actividad diaria. Bueno, exclamé, trabajocon programas electorales y cosas de ese estilo. La doctora se limitó a anotar algo en la ficha y solo respondió un enigmático «estará mal», que no sé si se refería a la ficha, a mi trabajo o a mi persona.
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