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Partido Popular: suma y sigue

01/12/2019
 Actualizado a 01/12/2019
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Se armó el ‘pifostio’ en el PP de León. Tardaba en llegar. Remoloneaba. Pero llegó. Se venía cantando desde hace mucho tiempo porque la partitura estaba escrita. Sólo faltaba interpretarla. Tocarla, que dice un afiliado de postín, ahora apartado de la primera línea. La dimisión (obligada) de José Miguel González Robles como secretario provincial y diputado nacional de los ‘populares’ ha sido la espoleta. El artefacto hizo ¡bum! y la onda expansiva alcanzó a los cimientos de los de la gaviota. O de los del charrán. Que charranadas, en lenguaje vulgar o de la calle, se han venido produciendo, encadenadas, en el número 25 [puerta particular] del paseo de Salamanca.

Con estos aliños el partido es un caos, un desastre en todos los órdenes después de la escandalera de Robles por su titulación fantasma. Y, también, no hay duda, por la propia inmadurez (política) del propio protagonista al meterse él solito en un charco demasiado profundo. Ahora bien, si no hubiera sido por esto, por lo del título con el adorno de vacuo, habría sido por otra cosa. Y es que los equilibrios sobre la cuerda floja duran lo que duran. Y, al final, siempre hay caídas. Unas más fuertes que otras.

Al pan, pan, y al vino, vino. Tomando esta referencia de la dimisión como punta del iceberg, quien debe dar la cara ante los afiliados leoneses es el que nombró al ya exsecretario –el todopoderoso Teodoro García Egea– quien, amparado en un ejercicio de cinismo político sin precedentes, se ha lavado las manos en la jofaina de Pilatos. A eso se le llama ponerse de perfil. Porque si tuvo redaños para venir a León a imponer –sí, a imponer– a González Robles como secretario provincial de la formación, debería tener los mismos huevos para volver al céntrico aposento de condes y lunas, dar la cara y ofrecer explicaciones.

Sin embargo, no lo hará. El tiempo –poquito más de tres meses– ha demostrado que el nombramiento de José Miguel González fue el producto de una maniobra orquestada o de un compadreo incalificable. Sin caer en la tentación del chiste fácil dadas las circunstancias, González no tenía currículo ni experiencia para coger el timón de una nave a la deriva y con el casco abierto. Tan abierto como en Castilla y León, otro más de los objetivos a medio plazo, donde la asignatura clave es cargarse al ‘amo’ regional, a Fernández Mañueco. Se sabe.

Y cuando el cadáver (político) de González Robles estaba aún calentito, la ‘oficialidad’ le nombraba sustituto. Apostaban por colocar a un acreditado ‘silvanista’ al frente de la secretaría general del partido. Una broma extemporánea y de pésimo gusto. Les ha salido mal pero deja al descubierto el mangoneo permanente en el PP leonés. Son sus mañas.
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