Parlamento y Senado en la misma plaza

Nadie les convoca, son anteriores a los tiempos del móvil, pero de manera espontánea se reúnen cada día buscando algunos rayos de sol en esta capital del frío pero, sobre todo, acuden al encuentro con gentes de sus tierras de origen, con un pasado común, con nostalgias compartidas. Ya en los años 70 estaban allí y Fernando Rubio también, con su cámara

Fulgencio Fernández
04/04/2022
 Actualizado a 04/04/2022
Un grupo de hombres y de mujeres sentados en la Plaza de San Marcelo, los paisanos de nuestros pueblos. | FERNANDO RUBIO
Un grupo de hombres y de mujeres sentados en la Plaza de San Marcelo, los paisanos de nuestros pueblos. | FERNANDO RUBIO
Cada mañana, a eso de las doce, Manolo el de Petra, de Villanueva, llegaba a la plaza de San Marcelo y se sentaba. "Ahora vienen los otros", me explicaba. "Por ahí, por delante de la Diputación vendrá Juan, por la calle Ancha viene desde El Ejido, Orencio; a y media llegan dos de Babia..." y sigue con su retahíla y con precisión al segundo van llegando Juan, Orencio, los de Babia... Alguno viene con su mujer, o algún familiar, y ellas se van a otro muro, toman asiento allí y también comienzan a aparecer otras.
- ¿No os juntáis?
- No. Ellas son el Congreso y nosotros el Senado; dice con gracia el citado Manolo, con el que había quedado para hacer un reportaje (ya en el siglo XXI, hacia el 2004) sobre estas reuniones a las que nadie convoca pero a las que nadie falta.
- ¿Pero no quedáis a una hora?
- ¿Y qué falta hace? Ya sabemos que están los otros aquí.
- ¿Y si falta alguno?
- Malo. O está malo o está peor, porque si está bueno, viene.
- ¿Sois todos de pueblos, hablas de Villanueva, Babia, de ahí para el Condado...
- ¿Pero no las ves a ellas con los pañuelos negros y a nosotros con la boina? Sólo podemos ser los de los pueblos. Y las madreñas porque nos da vergüenza, pero no hay mejor calzado, limpio y caliente. Mete algo de ruido al caminar, eso sí.

He regresado al lugar muchas veces después de aquel reportaje, y allí siguen. Allí están los ‘parlamentarios rurales’ en sus diarias sesiones. Los de mi comarca me fríen a preguntas, sobre todo: los bares que cierran, los que haestado ‘internados’ (hospitalizados), los que pasaron el Covid y algunas dudas de la prensa del corazón: "Oye, ¿se separó...?".



Armando Ordóñez, profesor jubilado al que le gusta acudir a estas reuniones, defiende una teoría: "Estas gentes vienen aquí cada día al encuentro de quienes fueron sus vecinos en su verdadera patria, la infancia. Acudena la llamada de la nostalgia, es una especie de protesta contra el desarraigo y quieren tener noticias, saber cosas de lo que realmente les importa, sus pueblos y sus gentes, sus vecinos".

Y cierra su teoría con un convencimiento: "A la mayoría de estas gentes les engañaron para quedarse con sus ahorros. Les contaron que no había lugar más seguro para ellos que comprar un piso en León, lo compraron y no arreglaron la casa del pueblo y ahora tienen que venir al piso, que no era un valor tan seguro como les dijeron, porque no hacerlo es reconocer un fracaso, que han invertido todo cuanto tenían en algo que no rentabilizan.Realmente les gustaría estar en su pueblo pero... así vaciamos los pueblos".

No lo sé. Es su teoría. Tal vez nada descabellada. Lo que es una realidad es que estas gentes se reúnen cada día con los suyos, convierten la plaza más famosa de la capital en unapequeña plaza de sus pueblos.

Y cuando aparecen las imágenes de Fernando Rubio comprobamos que nos es nueva la costumbre, que ya en aquellos años 70 que él registró y documentó en su cámara existía este "congreso y este senado" en la misma plaza que los sigue acogiendo.Un lugar para la conversación y la nostalgia.

Y recordando la expresión tomada de una premiada película Fernando Rubio llamó a estas estampas "Los martes al sol", para rematarlas con un único comentario: "Y los miércoles, y los jueves... y todos los días".

Porque allí quien vive es la conversación, un eterno filandón.
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