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Parecerá mal, pero yo eruto

14/10/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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No insistáis ni os pongáis atorrantes con querer amargarme el día. Me da igual lo que me contéis, este fin de semana es un día grande os pongáis como os pongáis y no me lo vais a amargar aunque vengáis con la maturranga de que el gocho ha cogido fiebres justo ahora que se acerca el sanmartino, que es cuando el milagro es de Jesucristo pero en sensato, es decir, convertir las patas en jamones, que no tiene «ni comparanza con el de Jesucristo que con dos panes y tres peces del Tiberíades –que ya son ganas según baja el Órbigo ahora– sacó pescado para que comieran cinco mil», que ya dice todo el mundo, «¿y para qué hará falta tanto pescado?, eso va a ser a que se les está pudriendo».

Que ya lo decía Angelillo a las cinco de la mañana en la Royal Sigors de Pola de Gordón. «Vamos para casa, que a estas horas lo que no está vendido está podrido». Y él no era un cualquiera, era un filósofo de lo rural.

Y es que Jesucristo sería bueno, que no me aparto (que es como se dice aquí te creo) pero la verdad es que tenía unas cosas.

Vuelvo al suco, que hoy sí que me esnorté, con esta felicidad que me embarga, no me extraña.

Que da igual lo que me digáis. Que se le soltaron los puntos del papo a la hija de la Campos, pues que la cosan con tanza. Que se acaba el mundo, pues ya empezará otro...

Pero un día como el viernes... Fuímos a los pinchos de la Guardia Civil y comimos hasta el cartel de ‘Todo por la Patria’, que sabía un poco a plástico. Recuperamos hambre hasta Nochebuena, que ponen langostinos de tapa en los bares. Salíamos que no revolvíamos por aquellas puertas, fartos como ornitorrincos, y El Tumbao ya no se aguantaba y me lo dijo: «Igual te parece mal, pero yo eruto».
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